lunes, 31 de octubre de 2011

Epilogo - Final… excusa para un nuevo inicio.

Luego del amanecer del segundo día de enero, el señor Copelan me dejo visitar a Jonathan—que era el que más daños había tenido—y luego a Andrew.

—Si la dragonaria es tan letal para un dragón, ¿Cómo
Jonathan pudo resistir a ella? —pregunte al señor Copelan luego de salir de la habitación de Andrew.

—Pues por su descendencia, el no es un simple dragón. Es un tema… digamos que delicado.

— ¿De qué habla? —la curiosidad me invadió inmediatamente.

—Cuando inicies clases de nuevo, lo sabrás—y no menciono más nada sobre el tema a pesar de lo mucho que insistí.

Después de un rato nos despedimos y volvimos a Canadá con mi familia.

Como había dicho el señor Copelan, todos estaban preocupados. Pero me ayudo y pude usar la amnepatía con ellos—aunque me costó un poco, no lo puedo negar— y jugué con sus recuerdos para que pareciera que nunca hubiese desaparecido.

Pase unos tres días más en Canadá, para luego volver a España.

Las clases iniciarían en una semana más, y yo me preparaba para un nuevo semestre que posiblemente no traería tantos problemas.


***


Curiosamente cada que veía a este hombre estaba sobre una cama, pero esta vez era de hospital.

Raimundo, rubio, fuerte… estaba despertando. Su estado vegetal había desaparecido y pensaba que no era buena idea huir de aquí con las vestimenta de hospital, y su ropa estaba rota, quemada y rasgada.

No había recuperado sus fuerzas, pero ya su alma había vuelto por el para cobrar lo que le habían hecho. Raimundo, o mejor dicho Ristar espero a que un médico entrara a la habitación.

—Oh por Dios, has despertado—exclamo el doctor sorprendido al ver algo que creía imposible.

Ristar sin decir nada se levantó de la incómoda cama de hospital para acercarse al doctor: — ¿Qué está haciendo?, vuelva a la cama…

Pero no le dio tiempo de terminar lo que decía ya que Raimundo con un fuerte golpe en la nuca lo noqueo para robar su ropa—una camisa blanca y unos pantalones de vestir negros—y así poder salir del lugar.

Sabía que algunas cosas serían difíciles, como encontrar algún refugio y dinero, además de que las tres piedras que antes tenía no estaban ya bajo su poder. Pero eso era lo de menos.

Ahora él pensaba que era momento de planear una cruel venganza. Volvería por Kelta y todo el que la apoyara.

En este momento Ristar estaba pasando las puertas automáticas del hospital, decidido en continuar una venganza que no le resulto.

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