Todo estaba negro—no había abierto los ojos—, y un poco lejano se escuchaban unos golpes. Estos golpes cada vez se acercaban más provocando que me sacaran de mi sueño por completo.
Abrí los ojos poco a poco, y la claridad que entraba por la puerta del balcón me molesto, tendría que buscar algo conque taparla por las mañanas.
Me sentía un poco malhumorada, tal vez se deba a que no dormí lo suficiente.
Mire el reloj de la mesita al lado de nuestras camas y decían que eran las ocho de la mañana. Era esa la razón de mi mal humor. En eso sentí de nuevo esos golpes comprendiendo que estaban tocando la puerta.
“¿Quién puede estar tocando a estas horas de la mañana?”, Pensé. Me levante de la cama estirándome un poco y sin molestarme en verme en un espejo fui hacia la puerta que estaban volviendo a tocar.
—Allá voy—dije fastidiada, y voltee mi vista para ver a Claudia durmiendo como un bebé en forma vertical. Que suerte, tiene el sueño pesado.
Al fin fui a la puerta y en cuanto la abrí, me arrepentí de no haber ido a lavar mis dientes o cepillar mi cabello.
—Buenos días señorita Anderson—dijo la misma señora que me dio mi horario el día de ayer—, soy la directora Luisa Copelan.
Estaba un poco sorprendida pero no por la directora, sino porque justo detrás de ella estaba Andrew mirándome con una sonrisa burlona de esas que me molestaban viniendo de él.
—Buenos días, me puede dar unos segundos—dije y entre en mi habitación cerrando la puerta.
Ese golpe si despertó a Claudia, quien se veía muy despabilada como para haber ido a buscar un poco de comida en la madrugada.
— ¿Qué pasa? ¿Por qué tanto ruido?—dijo demasiado tranquila.
—Pasa, que la directora esta parada en la puerta esperándome para no sé qué cosa—respondí mientras lavaba mis dientes.
— ¿Y cuál es el estrés?—pregunto un poco curiosa.
—No lo sé, ando con un poco de mal humor—dije poniendo los ojos en blanco.
Luego de arreglarme, lo más rápido posible—en menos de cinco minutos y sin quitarme el pijama—volví a abrir la puerta con una sonrisa en el rostro.
—Disculpe la tardanza, ¿Qué se le ofrece?—dije con tono dulce. Escuche unas risas ahogadas detrás de la directora y supe bien de quien era. Eso me frustro.
—No se me ofrece nada más que darle la bienvenida al instituto, y para felicitarla por sus excelentes notas.
—Muchas gracias, señora directora—dije sonriendo sinceramente.
—No hay de que, se lo merece—dijo muy seria para mi gusto—. Y como sé que no conoce el lugar vengo a darle un “Tour” por el campus.
—Me parece perfecto, si me da unos minutos puedo vestirme adecuadamente
—Le daré treinta minutos para alistarse, quiero que se acostumbre a que aquí no se aceptan retrasos.
—Me parece perfecto—asentí—, pero tengo una pregunta.
—Adelante—dijo la directora.
— ¿Qué hace este aquí?—pregunte señalando a Andrew con un poco de desprecio.
—Este, como usted le dice señorita, es mi hijo. Por lo tanto futuro heredero de esta escuela, ya que su padre es el dueño de todo lo que puede ver.
Esa información me dejo sin respiración. Sentí como la sangre subió a mis mejillas provocando que me ruborizara, y en eso volví a escuchar sus risas ahogadas.
—Lo siento directora—me disculpe bajando la mirada.
—No te disculpes conmigo, hazlo con el—exigió ella—, que de paso se ofreció amablemente a ser tu guía el día de hoy.
—Eh, ¿es necesario?—eso provoco una horrible mirada de la directora Copelan dedicada solo para mí, por eso me trague mi orgullo para decir lo siguiente—. Lo siento… Andrew.
—No te preocupes—dijo con una sonrisa burlona que tanto detestaba.
—Bueno señorita Anderson, vaya a prepararse ya solo le quedan veinte minutos.
—Está bien—dije—, ¿Dónde nos vemos?—pregunte mirando a Andrew.
— ¿Qué tal si te espero en tu habitación?—preguntó. Me iba a negar pero vi la severa mirada de la directora.
—Está bien, adelante
—Espero que tengan un gran día—dijo la directora marchándose.
En eso me metí en mi habitación tirando la puerta en la cara de Andrew, quien solo rio mientras abría la puerta para pasar. Claudia ya estaba vestida—vaya que era rápida—. Estaba sentada en su cama mirando hacia la puerta.
—Hola Andrew—saludo ella.
—Hola Claudia—dijo el acercándose para abrazarla.
— ¿Se conocen?
—Por supuesto, And es mi mejor amigo en este lugar—respondió Claudia con una sonrisa.
—Oh, qué bien—dije sarcástica, y tomando mis cosas para tomar una ducha y vestirme en el baño.
—Que humor—dijo él.
—Es lo que tú provocas.
—Que tierna chica—dijo sarcásticamente.
—Muchas gracias—respondí de la misma manera, y provocando un portazo.
Me desvestí y me metí en la ducha mojando mi cabello para relajarme un poco. “¿Por qué de todos los alumnos de este enorme instituto, él tenía que ser mi guía? ¿Por qué se ofreció?... claro solo para fastidiarme”, pensé.
Me tome un poco de tiempo, pero no el suficiente para desaparecer mi mal humor. Salí de la ducha envuelta en la toalla. Seque mi cuerpo y me puse mi ropa interior.
Me eche un poco de creyón negro en los ojos y peine mi cabello. Luego me puse un short negro con una blusa de botones de color rosa.
Salí del baño peinando de nuevo mi cabello y note que ellos estaban conversando, pero por supuesto si estos eran los mejores amigos.
Fui al armario y busque un suéter de cierre y mis zapatillas del mismo color de la blusa.
—Bien, ya estoy lista—dije volteándome.
Mire primero a Claudia, que miraba a Andrew como si estuviera loco y por eso desvié la mirada hacia él. Fruncí el ceño ya que este me miraba como embobado y era extraño, no es que estuviera babeando ni nada solo me miraba, y me sentí cohibida.
—No babees, que es asqueroso—dije sonriendo un poco.
—Eh perdón, ¿Qué dijiste?—pregunto el mientras Claudia se reía.
—Que dejes de mirarme así—pero al parecer este chico no le importaba nada y solo sonrió cuando le dije eso. Yo puse los ojos en blanco.
— ¿Nos vamos?—pregunto Andrew.
—Como quieras.
Camine hasta la puerta detrás de él, quien caballerosamente la abrió y me dejo pasar primero diciendo algo como “Primero las chicas”, pero antes de salir llame a Claudia.
— ¿No vienes?
— ¿Qué harán?—pregunto ella mirando a Andrew, me sentí ignorada.
—Vamos a desayunar—dijo el como ¿aguantando la risa?, debo estar volviéndome loca.
—No, mejor adelántense—dijo ella recostándose en su cama de nuevo.
Me encogí de hombros, y salí de la habitación. Espere a que Andrew se adelantara para seguirlo, no quería ir a su lado ya que no quería hablar con él ni con nadie. Caminamos hasta la cafetería—a la que vine ayer—, y fuimos a donde estaba el desayuno.
— ¿Qué deseas para comer?—pregunto Andrew educadamente.
—Que tal un croissant y un café—dije un poco entusiasmada por la mejor comida del día.
Andrew lo pidió, y mientras sacaba el dinero—el efectivo que me dio mamá—el saco una bandeja. Y empezó a caminar.
—Oye, ¿no vas a pagar?—pregunte.
—Hoy invito yo—dijo sin voltearse.
Camine un poco más rápido para alcanzarlo, ya que no tendría nada que venga de él y además no quería aprovecharme de el por su… dinero. Es obvio que el heredero de uno de los institutos más prestigiosos y caros del mundo, debía ser muy adinerado.
Ya él se estaba sentado en una mesa—donde no había nadie—, y empezando a comer un croissant.
—Espera, no dejare que pagues mi desayuno—dije un poco incomoda.
—No te molestes por eso, a mí no me hace mal pagar tu desayuno—dijo amablemente, y luego palmeo el asiento que estaba a su lado invitándome a sentarme.
Me senté a su lado, pero me negué a comer lo que él había comprado: —No seas tan orgullosa y come, no quiero que te desmayes en el transcurso del día.
—Es que no me parece justo que tú pagues lo mío, ni siquiera somos amigos.
—Podríamos serlo si no fueras tan obstinada—dijo sereno, y eso me molesto.
—Si me vas a insultar, que rayos haces conmigo. ¿Podrías explicarme por qué…?
—Está bien, lo siento—dijo interrumpiendo mi pregunta— no quise insultarte. Es solo que desde que llegamos al instituto no has dejado de ser un poco grosera conmigo, y no tengo la menor idea de que hice. Lo único que hago es insistir para ganarme aunque sea una sonrisa, pero no. Sabes, la gente no siempre va a seguir insistiendo, porque se cansaran.
Quede muda al escuchar esas palabras salir de su boca. No sabía que lo hacía sentir mal por mi actitud. Y la verdad ni yo sabía porque lo trataba así, todo empezó en el autobús por la tal Camila, que no sé porque me hierve la sangre con solo pensar su nombre.
—Eh, lo siento no quise que te sintieras mal—dije sinceramente—, es solo que no quiero sentirme una aprovechada porque tu pagues esto—dije señalando el desayuno que ya debía estar frio.
—Está bien, hagamos un trato. Ya yo pague esto, y como estarás mucho tiempo junto a mí este día tú pagas el almuerzo y así estamos a mano ¿Qué dices?—propuso.
—Perfecto—dije ya que no era una mala idea.
Él sonrió y empujo la bandeja con el café y el croissant y yo lo tome sin pensarlo. Mordí el croissant y de inmediato fruncí el ceño.
—Esta frio—dije luego de tragar lo poco que tenía en la boca. Él se rio, pero no en forma burlona como las veces anteriores y por eso me sonó como a música.
—Deja que lo lleve a calentar—dijo tomando la bandeja y alejándose de mí. Sonreí un poco tal vez este día no fuera tan malo como pensé.
Luego del desayuno, fuimos a la biblioteca que por cierto era enorme y me encanto. Luego conocí el resto de los edificios donde viven los alumnos del instituto. Conocí las aulas donde estaría en clases pero no supe en que clases estaría Andrew, ya que no lo menciono.
Estábamos charlando un poco y notamos que ya eran las tres de la tarde, esta escuela era tan grande que se llevó muchas horas de nuestro tiempo recorrerla. Y además perdimos tiempo recorriendo la biblioteca y sacando unos libros que me llamaron la atención y de paso llevarlos a mi habitación.
Notamos el hambre junto con saber la hora y por eso fuimos al edificio Julieth—donde vivía— para que Andrew me mostrara la pequeña cafetería del lugar.
—Cada edificio tiene algo más, y este tiene una pequeña cafetería—dijo con una sonrisa que no se había borrado desde el desayuno.
—Si Julieth tiene una pequeña cafetería, ¿que tienen los demás?—pregunte.
—Bueno en Talent, donde yo vivo, ahí hay una pequeña biblioteca, y en otros hay librerías, salones de computación y otras cosas.
—Que interesante. ¿Qué quieres para almorzar?
—Una hamburguesa está bien—dijo sin interés.
Yo pedí dos hamburguesas y unas bebidas y antes de pagar Andrew me ofreció dinero el cual rechace.
—Recuerda, yo pago esto.
—Sí que eres testaruda.
—La verdad es raro, antes no era así. Esta escuela está sacando un lado nuevo de mí.
Almorzamos sin compartir palabra, de vez en cuando lo veía y notaba que estaba pensativo pero de todas maneras me dedicaba una sonrisa la cual yo correspondía con una sonrisa tímida.
Luego de eso fuimos a mi habitación ya que estaba exhausta y ya habíamos terminado el “tour” para conocerme la escuela. Cuando llegamos a la puerta voltee a verlo y se veía de nuevo reflexivo.
—Rebeca, es interesante, he escuchado hablar de ti antes.
— ¿Ah sí?—me sorprendió lo que dijo.
—Pues sí, desde hace unos años he escuchado a mis padres hablar de ti, ya que siempre enviabas tus calificaciones para una beca, ¿cierto?
—Pues sí, es que esta escuela siempre me llamo la atención.
En eso él se fue acercando a mí, tal y como hizo ayer. Quede pegada a la puerta mientras miraba a los lados notando que curiosamente no había nadie. De alguna manera logre abrir la puerta y me di la vuelta para entrar.
—Eh, gracias por acompañarme.
No hubo respuesta, eso me extraño y por eso voltee. Y ahí estaba de nuevo muy cerca de mí, me aleje un poco nerviosa, mis manos sudaban. Camine de espaldas mirándolo fijamente a los ojos y de pronto me acorralo junto a la puerta del balcón.
— ¿Por… por que ha… haces esto?—pregunte entrecortadamente.
—Me parece encantador que te pongas nerviosa por mi cercanía.
—De que hablas, no estoy nerviosa es solo que me moles…—y rozo sus labios con los míos para luego separarse de mí.
—Tal vez nos veamos más tarde, descansa un rato—dijo despidiéndose con una sonrisa burlona.
Yo estaba un poco paralizada. “¿Por qué tenía que hacer estas cosas?, yo no vine aquí para enamorarme”, pensé.
Camine y me tire en mi cama pensando en lo que Andrew hizo, debí haberlo evitado no quería ser como “sus amigas”, o más bien como Camila.
No pude pensarlo más ya que de un momento me hundí en un profundo sueño de que no despertaría en algunas horas.

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