Desperté, y todavía me encontraba en el avión. Estaba del lado de la ventanilla y a mi izquierda estaba un chico tal vez un poco mayor que yo, lo estuve notando desde que entre en el avión y me dio una sonrisa deslumbrante que me paro el corazón.
” ¿Qué te pasa Rebeca? Tu no viniste a coquetear con nadie, deja de pensar en su cabello castaño y sus ojos verdes, o en sus sonrojadas mejillas, o en… o ya basta mira por la ventana”.
Mientras trataba de no voltear a mirar al chico que estaba a mi lado, apague mi Ipod para esperar a las palabras del piloto: — “Queridos pasajeros, les habla su piloto para informarles que deben abrochar sus cinturones ya que estamos a punto de aterrizar en Madrid-España”.
Hice caso a la voz que se oyó en los parlantes y abroche el cinturón, e hice lo posible por ignorar al chico pero me fue imposible.
Lo mire por el rabillo del ojo, solo por curiosidad y note que él me estaba observando.
—Hola, tan largo que fue el vuelo y no pude hablar contigo—me sonrió ofreciendo su mano.
—Eh, hola—estreche su mano.
—Me llamo Andrew.
—Soy Rebeca, es un placer conocerte—dije un poco apenada.
—Muy lindo nombre, Rebeca—y beso mi mano, eso provoco que la sangre subiera a mis mejillas y por lo visto lo noto porque me sonrió aún más.
— ¿Y eres de España?—pregunto.
—No, soy de San Francisco California.
En eso el avión aterrizo y la aeromoza se nos acercó para avisarnos que debíamos salir. Tome mi maleta de mano y cuando voltee a preguntarle a Andrew de donde era él ya había desaparecido.
No le preste mucha atención, y fui detrás de las demás personas para encontrar la salida.
Se suponía que un autobús con el nombre del instituto vendría por mí y el resto de los estudiantes que llegaban hoy de sus respectivos países. Y como sé que todavía no llegaría pasearía por el aeropuerto para ver las pocas tiendas que tenía y comer algo antes de llegar al instituto.
Camine un poco encontrando una tienda que me llamo mucho la atención, por eso entre. No había ni una sola persona a excepción del anciano que se encontraba tras una caja registradora.
Observando un poco el lugar pude llegar a la conclusión de que era una tienda de antigüedades.
Vi muchas cosas lindas pero nada que llamara mi atención, hasta que vi en una mesa pequeña y redonda había distintos tipos de piedra, pero solo una me llamo la atención.
Le tome entre mis manos para detallarla, era blanca y desigual pero muy hermosa. Brillaba bajo la tenue luz de la tienda reflejando su color en vez de sombras. Esta colgaba de una cadena plateada, parecía nueva a simple vista por lo brillante de esta pero sabía que debía tener muchos años.
Abrí la cadena para colocarla en mi cuello, se veía hermosa.
—Es la piedra de la luna—oí una voz que me saco de mis pensamientos y me hizo brincar del susto y que mi corazón se acelerara.
—Oh lo siento jovencita, no pretendía asustarte—era el anciano que antes estaba detrás de la caja registradora.
—No se preocupe, ya se me pasa el susto, ¿Qué fue lo que dijo?
—Que esa que acabas de poner en tu cuello, es la piedra de la luna.
— ¿Eso qué quiere decir?, disculpe la ignorancia.
—No niña, no es ignorancia es que no es una leyenda conocida por muchos, ya que esta esta oculta desde hace muchos años.
— ¿Y qué dice la leyenda?
—Te contare, ya que la piedra te ha escogido.
— ¿Disculpe?
—Escucha primero. Se dice que hace muchos años atrás, del cielo cayeron unos meteoros, seis para ser exactos. Estos fueron descubiertos por un hombre cuyo nombre es desconocido por la cantidad de años por la que se ha contado esta historia.
‘Se dice que él era el guardián de estas piedras de enormes poderes junto con su hermana, una hermosa mujer de cabello largo y negro, piel como la seda y a simple viste se veía delicada. Ella era pura, virginal… mientras que su hermano era muy valiente y tenaz’.
‘Ellos, los hermanos, lo compartían todo y fue su deber cuidar estas piedras de los crueles y ambiciosos sedientos de poder’.
‘Con los años el hermano se volvió uno de esos, y quiso apoderarse del enorme poder de estas piedras que le podían dar la fuerza absoluta para gobernar su pueblo y el resto del mundo, su hermana tuvo que actuar’
‘Mucho tiempo lucharon juntos hasta ese momento, y por la pureza de esta niña las piedras se unieron a ella dándole el poder absoluto para vencer a su hermano, el murió y ella quedo sola’
‘Por supuesto, a ella le afecto la pérdida de su hermano aunque fuera necesaria para la paz de la tierra, pero ella salió adelante encontrando al amor de su vida y perdiendo las piedras con el pasar de los años’
‘El cuidado de estas piedras se dice que es una herencia espiritual, y que solo la pueden llevar consigo aquel que sea parte de esa legado’.
— ¿Quiere decir que soy esa chica?
—Tal vez solo sea una leyenda—dijo el anciano un poco agitado.
—Y si esta es la piedra de la luna, ¿Cuáles son las otras piedras? ¿Dónde están?
—Son seis como ya te dije, la de la luna que tienen en tus manos, le del sol, le de la tierra, la del viento, la del agua y la del fuego. Y no tengo la menor idea de donde estén.
—Esta piedra es hermosa señor, ¿en cuánto me la deja?
—Dame diez euros.
— ¿Podría pagarle en dólares?
—Como quieras, si es en dólares dame quince.
Le entregue el dinero al anciano, le di las gracias y salí de la tienda de antigüedades buscando una cafetería para comer algo antes de ir al instituto.
Comí una rosquilla y un café, en eso llego el autobús de dos pisos que decía con una letra corrida “Reino Futuro”, corrí hacia el bus haciendo que mis maletas tropezaran con todo en su camino, y yo iba disculpándome.
—Buenas Tardes—me dijo un joven de cabello rubio que se encontraba en la entrada del autobús. Este tomo mis maletas acomodándolas con el resto.
—Buenas Tardes—le respondí mientras entraba y pasaba a la parte superior del autobús.
La parte de arriba estaba un poco más llena que la de abajo, los asientos eran por parejas y casi todos estaban ocupados por al menos una persona. Encontré uno al fondo donde ambos puestos estaban vacíos y fui para allá ya que no conocía a nadie.
Me puse a pensar en esa “leyenda” de las piedras mientras esperaba a que arrancara el autobús, y en eso vi de nuevo esos ojos verdes. Me quede sorprendido al ver de nuevo—y tan pronto—a Andrew.
Este se estaba aproximando mientras me sonreía y en eso una chica se acercó a él.
—Andrew, ¿cómo te fue en tu viaje?
La chica salto literalmente a sus brazos y lo beso ligeramente en los labios, ella—rubia, un poco más baja que yo y con un cuerpo muy hermoso comparado con el mío y al parecer ojos oscuros—se le colgó del cuello.
Deje de mirar, ya que parecía ser su novia y no quería ser la nueva entrometida.
Volví a sacar mi Ipod y con una sensación extraña en mi pecho puse la música tan alta que no pude escuchar nada más.
A los pocos minutos sentí como alguien se sentaba a mi lado, pero como para mí era obvio que a esa persona no la conocía no voltee a ver quién era y seguí concentrada en mi música.
Yo tenía mi cabeza recostada en la cabecera y mirando hacia la izquierda el paisaje que se extendía mientras arrancaba el autobús, en eso cerré mis ojos sin saber todavía quien se sentaba a mi lado.
Sentí como me jalaban el audífono derecho del Ipod y por eso voltee un poco molesta
—Oye, ¿Por qué haces eso?—dije
Vi unos ojos verdes que me observaban con interés y una sonrisa hermosa que era solo para mí.
—Hola Rebeca, que sorpresa que vayamos a la misma escuela.
—Eh, si—me voltee y me coloque de nuevo el audífono.
— ¿Por qué me ignoras?—pregunto una voz amable pero cargada de burla.
No le hice caso, y seguí pendiente de mi canción.
—Está bien, me iré por allá con Camila—dijo y sentí cuando se fue.
Abrí los ojos y vi que camino hasta donde estaba la rubia que lo beso cuando subió al autobús, imagine que ella era Camila. Sentí una sensación jamás percibida por mí en lo más profundo de mi ¿Corazón?, por Dios yo no podía sentir celos de una desconocida.
Intente ignorarlos, pero la risita chillona de la tal Camila me enloquecían hasta llevarme al enojo. ¿Pero que me pasaba?
En eso sentí como el autobús freno como para entrar a algún lugar. Abrí mis ojos de golpe para ver si habíamos llegado, y así era.
Frente a mis ojos se abrió paso una serie de edificios color gris, eran muy elegantes. Para que el autobús pasara se abrió un enrejado negro que tenía las iníciales “RF” juntas—Reino Futuro—, que al abrirse se separaron para darnos paso al interior.
El autobús tomo un camino dejándome ver los hermosos patios del instituto, totalmente decorado con todo tipo de vegetación, flores de todos colores y pájaros cantando. Era más de lo que me había imaginado.
Era un lugar excesivamente grande, pero muy acogedor. Estaba encantada con el lugar.
El autobús se estaciono en la entrada de uno de los edificios para que los estudiantes que lo abordaban pudieran bajar.
Tome mi bolso de mano y me pare del asiento pasándole a un lado a la insoportable de Camila y de Andrew, luego salí lo más rápido que pude del autobús.
Al estar en ese lugar me sentí en casa, estaba emocionada porque había llegado al lugar que tanto había soñado.
— ¿Te gusta?—dijo una voz masculina en un susurro en mi oído que me hizo estremecer.
Voltee rápidamente para ver a Andrew frente a mí: — ¿Qué haces?, ve con tu chica—y me voltee para ver de nuevo el edificio.
Escuche sus risas de burla detrás de mí, y eso me enojo. ¿Qué pasaba?, yo no era tan testaruda.
—Ella no es mi chica, solo una amiga—dijo mientras se ponía delante de mí.
—Eh, claro—lo ignore y camine hacia el joven que tenía mis maletas, le di las gracias y fui al grupo que se encontraba reunido muy cerca.
—Bienvenidos a otro año más alumnos, y a los nuevos espero sea de su agrado las instalaciones del plantel. Pasen al vestíbulo para darle a cada quien su horario y habitación.
La señora que hablaba—una mujer mayor, de lentes pelo canoso recogido en un moño—se adentró en el edificio seguida del resto de los muchachos, yo los seguí.
Empezaron a llamar por orden de lista—Alfabéticamente—, y por eso fui una de las primeras.
—Rebeca Anderson—grito la señora—, habitación Nº 4 del Edif. Julieth, pase por aquí para recoger su horario de clases—Me acerque un poco y tome mi horario—, bienvenida.
—Gracias—y con eso salí del edificio, ¿Dónde quedaba el edificio Julieth?
No podía vagar por la escuela, me perdería y sería una completa idiota. Por eso decidí pedir indicaciones.
No conocía a nadie, por eso me trague mi orgullo y me acerque a Andrew.
—Eh, me puedes ayudar—el no volteo y por eso toque su hombro. Cuando volteo a verme me dedico una sonrisa—, ¿Dónde está el edificio Julieth?—pregunté.
—Está un poco lejos, si quieres te llevo—sugirió Andrew.
—Pero And, estábamos hablando de mis vacaciones—dijo una voz chillona y supe que era Camila.
—Ya tendremos tiempo para eso, nos vemos luego—se despidió Andrew para acompañarme, eso me hizo sonreír.
Estábamos caminando en silencio, y aunque no era incomodo por alguna razón yo quería escuchar su voz, pero no sería la que hablara primero.
Llegamos a un Edificio que sobre sus puertas de madera decía “Julieth” en una letra elegante y por eso supe que habíamos llegado.
—Gracias—dije y le di la espalda para entrar al edificio.
—Si quieres te ayudo a encontrar tu habitación—dijo con una sonrisa en sus labios.
—Creo que te están esperando—y camine hacia adentro del edificio.
—No es necesario que me ignores, así será más difícil librarte de mí—dijo en un tono de burla que me sacaba de mis casillas. Tome el pasillo izquierdo del edificio sin decir palabra—, además la habitación Nº 4 está por aquí—dijo señalando el pasillo contrario.
No me quedo más remedio que seguirlo. Subimos unas escaleras para llegar al primer piso donde había muchas puertas, pero la mía decía “4”, y por eso la abrí con la llave que me dio la señora. Entre y quede sorprendida del tamaño de este cuarto, tenía unas puertas transparentes en la parte más alejada de la habitación donde habían que te dirigían a un pequeño balcón. Las paredes pintadas de un rosa vieja muy hermoso.
Habían dos camas individuales, con sabanas casi del mismo tono de las paredes, un armario muy grande y a mi izquierda una puerta que supuse que sería el baño.
—Wow—fue lo único que pude decir, estaba impresionada.
— Lindo, ¿cierto?—escuche decir a Andrew.
—Pensé que ya te habías ido, te espera tu novia—dije sarcástica.
De pronto el empezó a acercarse, y yo me alejaba un poco. Caminamos tanto que choque con la pared y el término muy cerca de mí, acorralándome. Mi corazón empezó a latir más fuerte que nunca, ¿pero que le pasaba a este chico?
—Ella no es mi novia, solo una amiga—dijo en un susurro, y pude oler su aliento.
—Eh… no, no quiero ver cuántas… amigas tienes—dije entrecortadamente.
—Oh, te pongo nerviosa—dijo en tono de burla acercándose más, cosa que creía imposible.
En eso se alejó, dejándome un poco más tranquila. Respire profundamente: —Eso me gusta—me guiño un ojo y se fue de la habitación dejándome sola.
No había empezado mi primer día, cuando ya cosas estaban cambiando en mi vida. “Vaya bienvenida al lugar de mis sueños”, pensé con la respiración agitada.

No hay comentarios:
Publicar un comentario