lunes, 31 de octubre de 2011

Capítulo 32 - Trampas.

—Vamos—dijo Andrew antes de ver desde donde estábamos los tres primeros pasillos, los otros dos estaban detrás de nosotros. Pude notar que en la entrada de tres de los cinco pasillos tenían a los lados un par piedra transparente.

Señale las piedras, curiosa: — ¿Qué serán esas piedras?

Andrew siguió la dirección de mi mano: —parece ser cuarzo, tal vez solo sean decoración.

Decidimos caminar por el pasillo—que no tenía piedras—que se abría justo frente a nosotros. Era tan largo que no nos dejaba ver en que o como terminaba.

Mientras caminábamos por el largo pasillo podíamos ver—a ambos lados—puertas de madera de la más oscura hasta la más clara. No pensé en entrar a ninguna y al parecer

Andrew tampoco. Luego de un largo rato caminando llegamos al final del pasillo donde a cada lado se había un nuevo pasillo, ambos terminaban en una puerta.

— ¿A dónde vamos? —Pregunto Andrew mirando el pasillo izquierdo—, no creo que un juego de piedra, papel o tijeras nos funcione aquí.

—Pues, sepa…

—No Rebeca, no nos separaremos—dijo Andrew dándome un apretón en la mano para luego mirarme.

—Está bien, entonces vayamos por aquí—dije soltándole la mano para dar unos pasos por el pasillo a mi derecha.

Sentí que Andrew me seguía: —Espe…—pero sus palabras fueron interrumpidas por un fuerte crujido y seguido de eso
algo muy extraño.

Un enorme bloque del suelo frente a mí se empezó a hundir poco a poco, mis ojos se abrieron como platos y no pude reaccionar mientras este bloque se volvía añicos.

Escuche un rechinamiento, y busque de donde venía el sonido. Pude ver que la puerta donde terminaba el pasillo cayó al suelo destrozándose y volviéndose nada más que puras astillas.

Voltee a ver a Andrew consiguiéndome con una expresión de asombro tal vez muy parecida a la mía.

—Hay que salir de aquí—dijo él mientras el suelo bajo nosotros se destrozaba poco a poco.

Andrew me tomo del brazo y me jaloneo para que le siguiera. Corrimos a toda prisa—o me jalaban a toda prisa—, pero antes de llegas al siguiente bloque este empezó a caer.

Andrew señalo el bloque de su mano salió un resplandor azul y como si tomara una cuerda y le jalara—pude ver el esfuerzo que hacia—el bloque se mantuvo estable. Lo estaba haciendo Andrew, estaba evitando que el suelo callera.

— ¡Ve, corre! —grito él con esfuerzo.

Yo le mire por un momento preocupada. No quería dejarle:

— ¡¿Qué esperas?! ¡Ve! —grito él, y con la mano que no usaba me dio un leve empujón que me movió de mi lugar.

Corrí y cuando llegue al borde salte la distancia—que no era demasiada—que me separaba del lado seguro. Voltee a ver a Andrew que aun sostenía el bloque: — ¡Ya no esperes más! ¡Ven ya! —grite.

Andrew suspiro y como si soltara la cuerda el bloque empezó a caer poco a poco, pero él no se quedó allá y empezó a correr. Llego al borde y el lugar que donde estaba cayó al precipicio, pero no antes sin que el saltara y se pudiera sostener del borde del suelo donde yo me encontraba.

Me acerque y tome sus brazos, jale hacia mí y con la ayuda de su fuerza logro subir. Nos tiramos al suelo con la respiración agitada y observamos como el resto del suelo de ese pasillo caía frente a nosotros.

—Hubiese preferido jugar piedra, papel o tijeras—dijo Andrew en son de broma, aunque ambos sabíamos que no era el momento.

—No sé cómo nos salvamos de esa—dije tratando de normalizar la respiración—. No sé tú, pero yo no pienso pasar por aquel otro pasillo—dije señalando detrás de nosotros.

—La verdad no creo que sea buena idea—dijo Andrew levantándose y luego ofreciéndome su mano para ayudarme.

Vi una vez más hacia el enorme vacío donde antes se encontraba un suelo y puerta falsa. De solo imaginar la altura que hay desde donde estamos hasta el suelo cayendo por el vacío sentí una sensación de vértigo.

Me aleje lo más que pude del borde para poder estar tranquila: — ¿y ahora qué? —dije mirando a Andrew.

—Creo que debemos volver, entrar por alguna de las puertas—dijo Andrew mirando al lugar de donde veníamos—, ¿tú que crees?

—Yo ahora desconfió de todo lo que podría haber aquí—dije sin titubeo.

—Cierto, pero el que no arriesga no gana—dijo el tratando de convencerse a sí mismo—. Vamos mientras más rápido nos movamos, más rápido saldremos de aquí.

Yo solo asentí. Andrew camino delante de mí hacia el pasillo, yo le seguí un poco dudosa ya que ahora de verdad no sabía que podríamos encontrar detrás de cada puerta.

Pasamos tres puertas de largo para luego decidirnos al fin a entrar a una. Nos acercamos y Andrew tomo la manilla: — ¿Estás lista?

—Vamos—dije con voz firme.

Andrew abrió la puerta con cuidado. Cuando estuvo totalmente abierta nos encontramos con una cama de hierro forjado, tenía cuatro almohadas grandes sobre ella. Al lado derecho de la cama había un armario de madera alto y antiguo.

La cama estaba pegada a la pared frente a nosotros y sobre ella estaba una ventana—también de hierro forjado—decorado con cortinas blancas.

Me quise acercar, ver que había fuera de este lugar.

Andrew entro con cautela, y miro a los lados: —No hay nada extraño aquí—dijo en tono bajo.

Camine detrás de él, tuve la intención de acercarme a la ventana pero antes de hacerlo Andrew señalo un cuadro en la pared: —mira esa cosa, ¿curioso no? —el cuadro que señalaba era totalmente negro, sin una sola gota de color.

Me pareció entraño, ¿Quién colgaría un cuadro como ese?

Claro que en este mundo nada me sorprendería.

Quise ignorar el cuadro pero Andrew no pensó lo mismo. Él se acercó al cuadro yo solo me encogí de hombros y me acerque a la ventana.

Tome la cortina con cuidado para apartarla y vi afuera para ver que encontraba. Al principio pensé que la ventana estaba bloqueada, porque había luminosidad pero no me permitía ver fuera del lugar en donde estábamos.

Era como si por fuera hubiese una capa blanca y fuera la que iluminara el lugar: —Andrew mira…—pero Andrew me interrumpió.

—Salgamos de aquí, pero ya—eso me sorprendió y por eso voltee a verle.

Estaba dando unos pasos atrás para alejarse del cuadro. Vi
el cuadro e inmediatamente abrí mis ojos como platos.

La pintura negra se estaba extendiendo con velocidad fuera del marco del cuadro: — ¿Pero qué…?

— ¡Vamos, vamos, vamos!—grito Andrew acercándose y jalándome hacia la puerta.

Llegamos a la puerta rápido—la habitación no era tan grande—, Andrew tomo la manilla e intento abrir la puerta, pero lo único que paso es que esta se empezó a despedazar frente a nosotros volviéndose astillas tal y como la otra.

— ¡Maldición! ¿Todo aquí es una trampa?

Le escuche maldecir mientras veía como la pintura negra se apoderaba de la pared. Pensé mucho en la manera de salir, pero no encontré manera. La ventana no dejaba ver que había por fuera y no era seguro ir a lo desconocido… aunque estuviéramos justo frente a lo incógnito.

De pronto la pintura negra—ya extendida en casi toda la pared—tomo forma y fuerza de vórtice atrayéndonos hacia el poco a poco.

—Oh por Dios—dijo Andrew agarrándose del armario mientras la fuerza del vórtice crecía más. El me tomo del brazo para evitar que esa cosa me tragara.

— ¡Andrew! ¡Esta es la única forma de salir de aquí! —grite.

— ¡¿Estás loca?! ¡No saltaremos ahí! —grito el sorprendido

—¡No sabemos a dónde o a que nos llevaría!

— ¡¿Acaso tienes otra idea?!

Andrew iba a contestarme pero en ese momento el armario empezó a moverse llevándonos a nosotros al vórtice. La fuerza del agujero negro crecía cada vez más y mientras
Andrew y yo gritábamos con fuerza fuimos absorbidos con todo y armario.

Me sentía mareada de tantas vueltas dadas en la negrura, luego empezamos a caer en algún lugar. No podía dejar de gritar y más cuando vi una pequeña iluminación al final del túnel negro.

Era el suelo, nos acercábamos al suelo e íbamos a morir.

Me abrace a Andrew y me aferre a él sintiendo como gritaba. Pero luego como si alguien hubiese adivinado lo que pensé, nuestra velocidad fue bajando como si alguien pisara el freno de un auto.

Caímos al suelo con un suave golpe. Mí en rostro se reflejaba tanto la sorpresa como el miedo que sentía. Mire a mí alrededor sorprendiéndome aún más al reconocer la habitación redonda con los cinco pasillos.

Habíamos vuelto al inicio: — ¿Qué fue eso? —dije entrecortado.

—La trampa nos trajo al inicio—dijo Andrew levantándose del suelo.

Yo me levante y me acerque a el: —Si lo sé, ¿pero que nos frenó de estamparnos contra el suelo?

—Creo que fui yo—dijo Andrew.

— ¿Hablas enserio? Porque si es así estas mejorando tu magia—dije medio sonriendo

—No fue nada, solo un hechizo—dijo Andrew evitando el tema, lo entendía ya que eso de que no era muy bueno le afectaba un poco—. Creo que ahora debe…

Pero un ruido nos distrajo a ambos, unos gritos: —¿Quién será? —mire a Andrew que solo negó.

Me enfoque más en los gritos de la persona que gritaba que le sacaran de ahí, para luego de unos segundos reconocer la voz.

—Andrew, ¡Es Jonathan! —dije alegre.

—Vamos por el—Andrew serio siguió la voz y yo le seguí a él.

Pasamos por el pasillo que estaba a nuestra izquierda. Yo solo deseaba que Jonathan estuviera bien.

Caminamos un poco sin ver puertas y cuando terminamos el pasillo llegamos a la misma habitación de los pasillos: — ¿Pero qué demonios pasa? —dijo Andrew en un susurro.

Fruncí el ceño y corrí por el pasillo por donde había salido llegando de nuevo a la habitación y encontrándome a Andrew parado donde yo estaba antes.

— ¿Y ahora qué? —dije enojada, ya estaba cansada de las trampas.

Andrew empezó a ver la habitación como detallándola. Yo hice lo mismo, escuchando los gritos de Jonathan que acabaron luego en un par de minutos—como si se hubiese rendido—y aun no encontraba nada.

—Ya se—dijo Andrew chasqueando los dedos.

— ¿Qué es? —dije mientras él se acercaba a donde yo estaba.

—No me queda duda que sea el cuarzo—y sin decir nada más pateo la piedra trasparente.

Pateo unas cuantas veces y no lograba mover la piedra de su lugar: —ya me duele el pie—dijo Andrew acercándose más a mí—¿Alguna idea?

Pensé un momento: — ¿Qué tal…Magia? —sonreí a medias.

— ¿Magia? ¿Que podría hacer yo para quitar la piedra de la pared? —dijo el para luego suspirar.

—No lo sé, que tal algo dañino como electricidad—dije aun pensando.

Andrew asintió: —lo intentare—en ese momento cerro sus ojos y junto sus manos. Vi como poco a poco fruncía el ceño.

Los segundos pasaban y nada sucedía, luego abrió sus ojos.

—No puedo Rebeca, lo siento—camino hasta la pared y se recostó en ella.

—Si puedes, pudiste materializar agua ayer, pudiste detener nuestra caída y el suelo para no matarnos… y sabes que puedes hacer esto.

El solo me miraba, no decía nada: — ¿crees que puedo? ¿Enserio lo crees?

—No lo creo—me miro con desaliento—, estoy segura.

El medio sonrió y volvió a intentarlo. Se concentró, inhalo y exhalo varias veces con suavidad antes de cerrar sus ojos y juntar sus manos.

Espere unos segundos—eternos segundos—, y hasta tal vez minutos. Cuando una pequeña bola de energía se empezó a formar entre sus manos.

Andrew abrió sus ojos sorprendido y lanzo la pequeña bola de energía hacia la piedra, volvió a hacerlo una y otra vez notando que la piedra se rompía pero no caía de la pared.

—Andrew, debes sacarla de la pared.

—Bien—el empezó a atacar la pared alrededor de la piedra logrando que luego de un par de golpes esta la piedra callera con todo y el cemento de la pared.

—Lo lograste, te dije que lo lograrías—dije abrazándole.

El correspondió mi abrazo: —Si lo logre, ahora vayamos por el imbécil de Jonathan.

Corrimos por el pasillo que ahora nos mostró una enorme puerta—más grande que las otras que vimos—y de inmediato la abrimos.

Nos encontramos con una habitación vacía a excepción de una cama de hierro forjado, en donde estaba Jonathan.

Este subió la mirada y de pronto abrió los ojos como platos: — ¿Cómo llegaron aquí?

—No es momento para preguntas—dijo Andrew con voz fuerte—, debemos buscar a mi madre.

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