La que hablaba es mi mejor amiga Jessica, y aunque sabía que tenía razón no lo admitiría. Además fueron más de tres años fallidos.
—Jess, es que no admiten a cualquiera. Y no me rendiré hasta ser parte del internado Reino Futuro. Hasta el nombre es genial.
—O sea que, ¿quieres dejarme? —dijo Jess en fingido tono molesto.
—Claro que no—dije sonriendo—, solo que esto es muy importante para mí.
Íbamos de camino a mi casa. Acabábamos de salir del cine y caminábamos por las bellas calles de San Francisco California tal y como todos los días.
Soy Rebeca Anderson, y he soñado gran parte de mi vida en ir a un internado en España. Sería un cambio drástico en mi vida, otra vida toralmente diferente. He tratado de ganarme una beca en el instituto desde hace ya tiempo pero nunca lo he logrado, y si algún día lo consigo sería feliz por lograr lo que me propongo.
— Rebeca, ¿me estas escuchando? —oí gritar a Jess.
—Eh sí, lo siento… ¿Qué decías?
— ¿Qué a dónde vas? Ya llegamos a tu casa.
—Oh, lo siento.
Abrí la pequeña puerta que nos dirigía al patio delantero de mi casa. Observe las rosas rojas que estaban en el umbral de la puerta y sonreí. Aunque suene común son mis flores favoritas.
Tome la llave de mi bolso y junto con abrir la puerta me invadió un olor dulce, seguro mamá estaba cocinando. Camine un poco hasta la cocina y note que el sabroso olor venia del horno.
—Cariño, te tenemos una sorpresa—gritaba mamá que vino dando saltitos desde el comedor.
— ¿Qué es mamá? —dije sonriendo.
En eso entro Jessica que se unió a nosotras saludando a mamá con cariño.
—Te diré en la cena, cuando llegue Harry—sí, Harry es mi papá, y es un reconocido abogado en San Francisco.
—Está bien—no insistí ya que no valía la pena—, me bañare. Bajamos en un rato, ¿no hay problema en que se quede Jess a cenar verdad?
—Por supuesto que no, Jessica sabe que ella siempre es bienvenida—dijo mamá acercándose a nosotras para abrazarnos con cariño.
Subimos las escaleras despidiéndonos de mamá, fui a la azotea—que era donde estaba mi habitación— y busque la ropa que me pondría para la misteriosa cena de esta noche.
— ¿Qué te tendrá preparado te mamá? —pregunto Jess.
—De verdad ni me lo imagino, conociendo a mamá podría ser la cosa más sencilla y ella estaría emocionada.
—Eso es cierto—dijo Jess dándome la razón.
Salí de mi habitación para tomar una ducha. Entre en el baño decorado de rosa, cerré la puerta con el seguro observándome en el espejo de cuerpo completo mientras me desvestía.
La verdad aunque pareciera muy superficial pensar así, yo era realmente bonita. Tengo el cabello oscuro un poco más debajo de la cintura, mi piel es blanca y suave y algunas curvas en los lugares indicados provocaban que mi cuerpo se torne bonito para los ojos de los demás. Mis ojos son claros, como grisáceos y mis mejillas siempre rosadas.
Deje de pensar en mí y me metí en la ducha y lave mi cabello con mi shampoo favorito. Me tome mi tiempo ya que para mí no hay nada mejor que un baño, es refrescante.
Al fin salí del baño, me puse mi ropa interior me envolví en la toalla y me dirigí de nuevo a mi habitación.
Jess seguía aquí. Veía un programa cómico en mi Tv.
—Sí que te tomaste tu tiempo esta vez—dijo Jess sonriendo.
Le devolví la sonrisa e ignorándola un poco fui a mi peinadora a buscar cremas para el cuerpo.
Me eche un poco en las piernas para luego vestirme. Me puse los típicos jeans, una franelilla blanca y sobre esta una blusa de botones de cuadros negros y rojos. Deje que mi cabello se secara solo y luego en compañía de Jess—que tenía su cabello rubio perfectamente peinado y me encantaba—baje para cenar con mis padres.
—Hola querida—me saludo papá mientras lo abrazaba.
Eran tan compatibles mamá y papá, tanto físicamente como en personalidad. Ambos de pelo oscuro como el mío, aunque papá lo tiene liso corto y mamá rizado por los hombros, mamá era de mi misma altura mientas que papá era más alto.
La alegría que irradiaba mamá siempre era lo único que necesitaba papá cuando llegaba a casa, y ambos eran felices solo con verse. Es increíble notar que es como si cada día se amaran más. Lo que le faltaba a uno lo tenía el otro, y así estando juntos se completaban. De pequeña nunca logre interpretar su mirada ya que, era como magia.
— ¿Qué hay para cenar, Andrea? —pregunto papá a mamá.
—Carne guisada y de postre un pastel de chocolate—respondió mamá eufórica.
Mamá puso los platos en la mesa, y todos—hasta Jessica—nos sentamos a cenar compartiendo simples charlas casuales, nada que llamara mucho mi atención. Mi sorpresa aún no se mencionaba.
Todos acabaron de cenar, yo me estaba impacientado: —Mamá, ¿y cuál es la sorpresa que me tenías?
—Oh cierto, pues te diré—miro a papá y compartieron una sonrisa de complicidad—, hoy llego la correspondencia hija…
— Hmmm…—dije—no creo que esa sea la sorpresa.
—Llego algo para ti, cariño—intervino papá pasándome dos sobres.
Tome uno primero detallando un escudo que tenía impreso el sobre, era muy lindo, era una luna sobre una colina que se veía por detrás de un enrejado elegante. Por fuera del escudo había cinco estrellas plateadas.
Saque la carta y al leer las primeras palabras empecé a gritar de la emoción, ya que decía:
“Nos complace darle la bienvenida al internado Reino Futuro.
Debido a sus excelentes calificaciones has logrado conseguir una beca…”
No pude leer más de lo emocionada que estaba. Al fin lo había logrado, estaba que rebosaba alegría.
Jess tomo la carta y luego me abrazo para felicitarme.
—Cariño, revisa el otro sobre—dijo papá sonriente.
Hice lo que me dijo. Tome el sobre, lo abrí para encontrarme un boleto de avión a Madrid España para la próxima semana.
Abrace a mis padres, ya que también gracias a ellos había obtenido lo que más había deseado.
—Dos días después de tu llegada empiezas las clases—dijo mamá.
—Al igual que aquí—dijo Jess, que tenía la carta todavía en manos.
Eso me dio más alegría, la próxima semana estaría en el lugar en el que siempre había querido estudiar.
Luego de la emoción y del postre, Jess y yo subimos a mi habitación y nos sentamos en mi cama para platicar.
—Rebeca, ¿me vas a extrañar? —pregunto Jessica.
— ¿Qué? ¿Hablas enserio?, claro que te extrañare, eres mi mejor amiga de toda la vida. Además estaremos en contacto y vendré en las vacaciones de navidad—le sonreí.
—Más te vale que me escribas, si no me molestare contigo—me correspondía con una sonrisa y yo la abrace.
—Al fin lograste eso que tanto querías, y este es solo el inicio de la montaña de sueños que lograras amiga—dijo Jess en un susurro.
—Gracias—fue lo único que pude responder mientras una lágrima cargada de alegría corría por mi mejilla.
***
Luego del drama, Jess se fue a su casa. Mamá y papá subieron a mi habitación a darme una charla de responsabilidad. Entendía que estuvieran preocupados, su única hija se iba a otro continente sola para vivir en un internado mixto.
Conversamos un poco y luego de que mamá derramara algunas lágrimas por llevar sus emociones siempre a los extremos, mis padres salieron de mi habitación para darme un poco de privacidad.
Me puse mi pijama y me acurruque bajo las sabanas de mi cama pensando en el lugar donde estaría la semana que viene. Instituto Reino Futuro, pronto estaré allá.

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