El domingo fue un día tranquilo, vi películas con Claudia y las tres comidas del día las hice con Peter. Me acosté temprano y soñé con… Andrew.
Ya era lunes y para mañana tenía un trabajo que hacer sobre Romeo y Julieta. Tendría que ir a la biblioteca después de clases.
Entregue el trabajo de cálculo con Peter a primera hora y el resto del día fue templado, ya que hablaron mucho del famoso baile y poco de tareas y trabajos.
En clase de literatura—donde estaba con Claudia—nos recordaron el trabajo por lo que después de la clase de arte debía investigar.
—Yo no haré nada que no salga de internet—decía Claudia mientras caminábamos al edificio donde vivíamos, ahí me esperaba Peter para almorzar.
—Es que no se trata de eso, es de conocer más lo que ya has leído—dije sonriente.
—Ese es el problema, no me gusta leer—dijo mientras caminaba aburrida—odio la clase de literatura.
—Creo que en eso no pensamos lo mismo—dije mientras le miraba.
Antes de llegar al edificio Claudia se detuvo y miro a la derecha y de pronto se emocionó: — ¿Qué te sucede?—dije mientras reía.
—Es que ahí está Víctor y me está esperando, ¿quieres conocerlo?—dijo ella mirándome eufórica.
—Esta bi…—no me dejo terminar porque ya me estaba jalando de la mano para llegar con su chico.
Nos paramos frente a él, y recordé la descripción que me había dado Claudia. Era exacta.
Alto y no muy musculoso, de cabello negro y largo por debajo de la barbilla y tan blanco o más que ella, sus ojos muy azules.
—Hola hermosa—dijo el seductor.
—Hola—y de un momento a otro yo me sentí incomoda porque ellos compartían su saliva.
—Lo siento, mira quiero presentarte a Rebeca—dijo ella empujándome para acercarme más.
—Mucho gusto—dije yo ofreciendo mi mano tímidamente.
—Es todo un placer—el me miraba de una manera extraña para luego tomar mi mano. Sentí una sensación muy extraña por lo que jale mi mano para que me soltara.
—Bueno, iré a almorzar—dije mientras me despedía con un movimiento de la mano
—Adiós Rebeca, espero verte pronto—dijo Víctor.
Camine hasta el edificio Julieth y ahí estaba Peter recostado contra la pared esperándome.
—Hola linda—dijo regalándome su hermosa sonrisa.
—Hola tonto, vayamos a comer que me muero de hambre.
—Lo que digas, yo me podría comer mil animales juntos—dijo siguiéndome a la cafetería.
—Que asqueroso suena eso—dije haciendo una mueca.
—Si es cierto, pero si digo que me comería un elefante no sería suficiente para saciar mi hambre—dijo sonriendo aún más.
Llegamos a la cafetería y compramos unas pizzas. Por un momento creí que Peter se comería una familiar él solo, pero solo compro una normal. Yo compre una pequeña y un agua y nos sentamos en la mesa de siempre.
Mientras comíamos en silencio vi entrar a Andrew y a Camila junto con el resto de las porristas—las perras, así les llamo—, iban hacia la comida riendo y hablando.
—No los soporto—dije, aunque en realidad a la única que no soportaba era a Camila.
—Relájate, ellos no harán nada para molestarte hoy—dijo antes de morder un pedazo de su pizza.
—Eso espero.
Para mi mala suerte, la mesa donde ellos se sentaban estaba muy cerca de la nuestra. Por eso cuando tomaron su almuerzo—Andrew y todas las chicas detrás de el—prácticamente se dirigieron a nosotros.
Sin decir una palabra a ninguno de nosotros se sentaron en su mesa diagonal a nosotros. Yo no los veía ya que estaba de espalda a ellos pero si podía escucharlos, y muy bien.
—Ya tengo mi vestido, y es súper sexy—dijo Camila con voz seductora.
— ¿Ah sí?, me alegro—dijo Andrew como distraído.
—Es del tipo de vestidos que son fáciles de quitar en momentos de apuros, si es que entiendes—dijo Camila, que zorra era—, ¿quieres ir a mi habitación a ver cómo es?
—En un rato voy a donde quieras, pero ahora comamos ¿sí?—dijo Andrew.
Por lo que estaba escuchando decidí hablar alto para que en esa mesa me lograran escuchar. Le guiñe el ojo a Peter para que me siguiera el juego.
—Peter, sabes no sé si escoger entre el vestido Purpura o verde—dije alto y claro.
—Llamaste su atención—susurro Peter—. Deberías escoger el purpura, te hará ver sexy.
Me ruborice, aunque estábamos actuando la forma que lo dijo fue muy convincente: —Eh, tal vez escoja ese—dije titubeando—. Ya quiero que llegue el sábado.
—Yo también—dijo y extendió su mano para tomar la mía.
En eso escuche un golpe sordo detrás de mí, pero evite a toda costa voltear a ver que era. Luego vi como Andrew caminaba rápido por nuestro lado y nos pasó de largo y luego la voz chillona lleno la cafetería.
—Cariño, espérame—dijo deteniéndolo en la puerta de la cafetería.
Ya no podía oírlos hablar, pero si vi cuando él le tomo con brusquedad por los brazos a Camila y le besó con fuerza.
Cuando la soltó para poder tomar aire, ella le tomo de la mano y lo arrastro fuera del lugar, no fue difícil imaginar a donde lo llevo y tampoco fue difícil saber que iban a hacer. Prácticamente sentí que yo misma lo empuje a sus brazos con mis juegos tontos de ponerlo celoso.
—Creo que funcionó mejor de lo que pensé—dijo Peter interrumpiendo mis pensamientos.
—Si—dije con una falsa sonrisa—. Sabes debo ir a mi clase de biología, nos vemos luego.
—Como quieras—dijo en un susurro, supuse que sabía que no me gusto lo que paso luego de nuestra falsa conversación.
Camine hasta la clase de biología y me senté en el mismo asiento de la semana pasada, hoy nos asignarían compañero para la clase para todo el año y de verdad no me interesaba.
El profesor llego hablando sobre el ADN pero no preste mucha atención hasta que menciono lo de los compañeros de laboratorio.
—Bien chicos, es hora de poner las parejas para podamos empezar con nuestras clases.
Empezó a nombrar a casi todos los alumnos del salón hasta que dijo un nombre que apenas conocía.
—Víctor, iras con la señorita Rebeca—levante mi mirada para ver al “chico” de Claudia caminando hacia a mí. Por Dios ni siquiera sabía que estaba en mi clase.
Moví mis cosas de su nuevo asiento para que se sentara, aunque no me sentía muy cómoda con él.
—Hola Rebeca—dijo el con su voz ronca mientras se sentaba—, que bien que seamos pareja.
—Eh, no sabía que estábamos en la misma clase—dije sin mirarle.
—Pues sí, una de las únicas clases que no comparto con mi querida Claudia—dijo mientas apoyaba su cabeza en el mesón de laboratorio—. No sé, pero siento que te conozco, ¿no sientes lo mismo?
—La verdad siento algo, pero no es exactamente que te conozco—dije rehuyendo su mirada.
—Apuesto que eso que sientes es algo parecido a desconfianza—dijo, sentí una sonrisa en su voz—, no me sorprendería.
— ¿Y por qué no te sorprendería?—dije sin negar lo que dijo.
—Pues, porque ya me ha pasado antes—dijo encogiéndose de hombros—, creo que tiene que ver con mi apariencia medio gótica.
”Si fuera la apariencia gótica, Claudia tampoco me caería bien”. Pensé para mí misma.
—Como digas—dije cortante. Solo escuche unas risas disimuladas de parte de él.
El profesor empezó a escribir en la pizarra y yo empecé a escribir con él para tener mis apuntes al día, y además era una manera de evitar la conversación con Víctor.
Cuando termino la clase recogí mis cosas pero me detuve cuando oí a Víctor llamarme.
—Rebeca, ¿Cuál es la prisa?
—Tengo clases de arte, y me gusta esa clase.
—Por supuesto, podrías decirle a Claudia que la espero después de… la cena—dijo dudando en las últimas palabras.
En ese momento le mire a los ojos y me sentí atrapada. Sentí como si una orden saliera de su boca y yo la cumpliría a como dé lugar, me costara lo que costara. Hipnotizada esa era la palabra, me sentía hipnotizada.
—Claro, yo le diré—dije en un susurro.
—Excelente—dijo y luego dejo de mirarme para marcharse.
Eso fue extraño, cada día las cosas extrañas se iban acumulando dejándome más curiosa sobre todo lo que ocurrían aquí. Sacudí mi cabeza para salir de esa especia de trance y camine a mi clase de arte.
Por un momento tuve esa pequeña ilusión de que todo volvería a ser como la semana pasada, Andrew me acosaría en clase de arte y luego me daría la rosa que correspondía a este día. Eso me hizo sonreír.
Pero cuando llegue al salón Andrew no estaba. Pensé que se le había hecho tarde pero la profesora llego y él no.
Mi mente viajo rápidamente y supe dónde podría encontrarlo, pero obviamente no lo haría. Él estaba con Claudia, a donde yo lo había empujado y de ahí yo no lo sacaría porque simplemente yo era otro juego para él.
Cuando termino la clase, me sentía derrotada y por alguna razón esto tenía que ver con Andrew Copelan. ¿Por qué me sentí así respecto él?, solo tenía una semana de conocerlo y seguro no sabía cómo era ni una cuarta parte de él. Aunque a veces sentía que de verdad lo conocía de… toda la vida.
Fui a la biblioteca, debía hacer el trabajo de Romeo y Julieta.
Me acerque a la secretaria y me mando al pasillo tres, ahí podría encontrar el libro e información de este.
Mientras buscaba el libro vi uno que me llamo la atención, se llamaba Alma Gemela. Lo tome pensando que era una novela y me senté a leer un poco para despejar mi mente.
Abrí el libro—tenía un poco de polvo y sus páginas estaban amarillentas—, y fui a la página saltándome la que debía ser el prefacio. Pero esta no era una novela si no una especie de diario de investigación.
”Dos almas gemelas pueden haber sido en el pasado hermanos u otro tipo de parentesco… amigos, pareja, pero el verdadero significado de estás es algo realmente hermoso.
Dios creó un TODO y lo llenó de vida; luego lo dividió en dos y cada una de esas dos partes reencarnó en dos seres diferentes. Así nacieron las almas gemelas, esa es la razón del por qué están separadas.
Sin embargo, aunque nacemos en cuerpos diferentes, la unión de esas almas no termina ni terminara y a través de muchas reencarnaciones estarán juntos, cada una viviendo cosas diferentes, pero a la vez viviendo vidas semejantes. No se reconocen desde el primer momento en que se encuentren y por eso vivirán otras relaciones. Pero el reencuentro al final, es inevitable.
Las almas gemelas tienen los mismos intereses, su atracción no es sólo física o sexual y la ternura ocupa sus instantes y sus miradas. Ese amor podría luchar contra la edad, la raza, las distancias. Al verse, sienten inmediatamente un alto nivel de confianza. Ambas desean crecer espiritual e intelectualmente, no existe entre ellas el egoísmo ni la individualidad y tienen el deseo, aunque inconsciente, de llevar a cabo su misión juntos.
Se complementan en todos los sentidos... a veces hasta pueden llegar a pensar lo mismo. Se aceptan, se respetan, hacen planes para el futuro, se quieren como son. Y su amor crecerá cada día más y más. Aceptan que antes de encontrarse, inconscientemente se estuvieron buscando y ahora comprenden el porqué de la espera y saben que sus experiencias pasadas fueron la preparación para el reencuentro. Logran reconocer a través de sus ojos, el alma que estaba buscando.
D.C
Deje de leer el resto, porque cada palabra me recordaba al estúpido Andrew Copelan, ¡Por Dios! Como si esto de las almas gemelas existiera, y si existiera no puede ser él.
Cerré el estúpido diario y lo devolví al librero molesta por mi forma de pensar y tome la información necesaria para mi informe y me lleve a mi habitación.
Claudia estaba ahí todavía, eso me recordó que debía avisarle que Víctor la estaba esperando. Pero no pude porque me tire a mi cama y por alguna razón empecé a sollozar: — ¿Qué te sucede?—pregunto Claudia sorprendida.
—No es nada—dije entre sollozos
—Por favor no me vengas con eso—sentí cuando se sentó en mi cama y me acaricio la espalda en forma de consuelo—, si me permites adivinar creo que tiene que ver con Andrew.
Levante mi rostro, ella me miraba con dulzura como una chica a una hermana. Me rompí en sollozos y me apoye en su pierna.
— ¿Qué hizo ese tonto ahora?—dijo un poco molesta.
—Es solo que no puedo entender porque me siento así por él, ¿Por qué lo celos? ¿Por qué cuando estoy cerca de él me pongo nerviosa y me sudan las manos? ¿Por qué sueño con él?, las personas normales no se enamorar en una semana, ni siquiera lo conozco bien y aquí me tienes llorando por el solo porque sé que no estuvo en la clase de arte porque estaba teniendo sexo con la zorra de Camila.
—Es que no somos normales—dijo consolándome.
— ¿De qué hablas?, hay olvídalo—dije echándome a llorar de nuevo—. Lo siento, con todo esto olvide decirte que Víctor te espera después de la cena.
—Está bien, ¿te encuentras mejor?—pregunto.
—La verdad si, hablar me hizo bien—dije entrecortado—. Lo único que pido es que no le digas nada de esto a él, sé que es tu mejor amigo pero…
—Tu secreto está a salvo conmigo, somos amigas—luego me sonrió y yo le correspondí.
***
Luego de dejar salir todo lo que sentía Claudia y yo nos pusimos a hacer nuestro trabajo de Literatura—cada una el suyo—y cuando llego la hora de la cena yo decidí quedarme aquí, me sentía agotada. Claudia se fue a ver a su casi novio y yo le envié un mensaje a Peter para decirle que no le vería en la cena, luego me acosté a dormir para de nuevo soñar con el patán que me había hecho llorar.

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