lunes, 31 de octubre de 2011

Capítulo 34 - Espíritu vs Espíritu. Primera parte.

Estaba en estado de shock, de solo ver esta metamorfosis. Jonathan estaba a unos diez pasos de mi transformado en un enorme dragón y soltando fuego por doquier. El gritaba, y sus alas trataban de extenderse rompiendo parte de las paredes y el techo.

La cara de espanto de Raimundo no me pasó desapercibida, el salió corriendo a cada rincón del lugar, Jonathan le perseguía descontrolado chocando con las paredes y pilares.

El fuego amenazaba con quemar todo, incluso a uno de nosotros en alguna distracción, pero no era momento de huir o atemorizarse. Aproveche la distracción y tome las piedras del suelo: — ¡Andrew! Vamos por tu madre y por Víctor—el asintió mirándome.

Corrimos hasta donde ellos estaban evitando tropezar con las piedras que caían mientras Jonathan embestía contra las paredes buscando a Raimundo, este le atacaba con lo que podía mientras huía de las garras del dragón.

Me acerque lo suficiente a Víctor, tome su cara entre mis manos y le moví para que despertara: —Víctor, despierta, tenemos que salir de aquí—el hizo ruidos y se movió un poco, pero aun no reaccionaba. Pero debía ser rápida, por lo que fui a desatarlo.

Voltee a ver a Andrew en medio de todo el estruendo que provocaba Jonathan con sus gritos. Estaba desatando a la señora Luisa: — ¿Qué haremos con ellos?, están desmayados—preguntó.

—Víctor en cualquier momento reaccionara pero tu…—no pude seguir hablando porque vi a Jonathan—sus gritos eran demasiados fuertes—, este estaba en el suelo y se veía grave. Abrí mis ojos como platos buscando a Raimundo por el lugar, mientras mis manos trabajaban automáticamente para desatar el nudo.

—Maldito Jonathan—grito Raimundo, busque de donde provenía su voz—, por imbécil, por desafiarme has sido envenenado.

” ¿Envenenado?”, pensé. Termine de desatar a Víctor y fui a donde estaba Jonathan, que se estaba volviendo humano de nuevo: — ¿Re... Rebeca? —escuche decir a Víctor con voz pastosa pero no me detuve a explicarle lo que pasaba.

— ¡Jonathan! —grite, pero él no se movía, y el único ruido que hacia eran leves quejidos. Llegue rápido y me arrodille a su lado: —Jonathan, ¿estás bien? —dije en un susurro.

Vi que el lado derecho de su cuerpo—su brazo, su costado, y parte de su pecho—muy lastimado y ensangrentado: —No… no lo creo—dijo entrecortado y muy bajo.

— ¿Pero qué paso?, tu… tú estabas…—tenia los nervios a flor de piel, y no podía terminar ni una frase.

—Las paredes… los pilares… todo lo que destroce estaba lleno de dragonaría—dijo bajo. Su respiración cada vez más entrecortada.

— ¿Dra… dragonaria?

—Si hermana, dragonaria—voltee al escuchar a Raimundo, que se aproximaba a nosotros a paso rápido, pude notar que ciertas partes de su camisa estaban rasgadas y quemadas—, la dragonaria es un veneno poderoso querida, capaz de derribar cualquier especie de dragón, hasta el que no se puede controlar—miro a Jonathan con desprecio.

Raimundo se acercó lo suficiente como para levantarme del suelo con un jalón de mi cabello: —Dejala… dejala en paz—dijo Jonathan ya sin fuerzas.

—No puedo creer que aun estando al borde de morir envenenado quieras defenderla—dijo Raimundo con voz brusca mientras aun me tomaba del cabello—, pero ya no hay de qué preocuparse, vas a morir en este lugar… todos lo harán.

Raimundo—sin soltarme—pateo con fuerza a Jonathan en su costado izquierdo, lastimándolo aún más de lo que ya estaba. Un movimiento guio mi vista a los pilares y logre ver a Andrew llevando cargada a su madre a un rincón más seguro, ya Víctor no estaba por lo que imagine que ya estaría seguro.

—Kelta, querida hermana—dijo Raimundo sacándome de mis pensamientos—, ahora te toca a ti… caerán uno por uno.

—Cállate Ristar—dije con fuerza—, ¡y ya déjanos en paz!

— ¿Te parece justo que los deje en paz, después de tanta humillación? —decía el con voz amenazante—, pues a mí no. Me mataste una vez, porque querías el poder tanto como yo, de eso estoy seguro y convenciste a todos dando la excusa de que yo era un peligro… ¿y quieres que te deje en paz?

Tomo mi brazo con la mano libre, y con cada palabra ejercía más presión. Pero era extraño porque una sensación quemante venía con la fuerza de su mano… mi piel ardía bajo su tacto, él me estaba quemando.

— ¡Suéltame! —grite.

—Con gusto—susurro.

Sin más—soltando mi cabello—me tomo de ambos brazos, quemándolos. Y luego con una fuerza increíble me tiro al suelo. Mi cabeza se golpeó, me sentía desorientada y mi vista se nublo un poco.

Sentí una punzada y algo caliente en la cabeza y lleve mi mano ahí. Luego vi mis dedos encontrando sangre en ellos: —Maldición—dije en un susurro.

Levante la cabeza encontrándome con la mirada de Jonathan: — ¿Estas bien? —pregunto con voz espesa.

—Algo así—pase la mano por detrás de mi cabeza, sintiendo latir la herida.

Me levante con cuidado, encontrando que mi equilibrio no estaba bien, vaya que el golpe había sido fuerte. Busque a Raimundo y vi que se acercaba a Andrew que estaba junto a la directora—sentada en el suelo y recostada a la pared— y Víctor que ya se encontraba despierto.

Camine lo más rápido que podía en este momento, sintiendo punzadas en mi cabeza. Pero no importaba no era el mejor momento para preocuparme por mí misma. Con cada paso de Raimundo los míos eran más rápidos y a la vez descoordinados.

Pero la furia me invadía y mi punto para descargarla era ese imbécil que hoy debía ser frenado.

Él se detuvo en seco y luego volteo a verme, su expresión era extraña: — ¿tratas de hacerme daño? ¿Tratas de usar fragoquinesis conmigo? —empecé a sentir más dolor, pero no me detuvo y seguí caminando hasta él.

El dolor—tanto por la herida como por la fragoquinesis, como le llamaba Raimundo—iba creciendo con cada torpe paso que daba.

—No me vas a dañar solo con eso, Ristar—dije con el ceño fruncido y apretando los dientes.

—Soy más poderoso—dijo con voz creída—, puedo hacerte lo que quiera.

—Yo también puedo—tome la piedra del viento del bolcillo de mi suéter con mi mano izquierda y con la derecha hice movimientos como si empujara el aire del lugar hacia Raimundo.

Él sonreía con descaro, mientras que fuertes corrientes de aire le empujaban moviéndolo apenas unos centímetros hacia atrás. Me sentía impotente por no poder usar más fuerza contra él.

Raimundo—ignorando mi pobre intento de dañarle—extendió su mano hacia mí y se le prendió en fuego: —Esto si es un intento de ataque—el fuego se convirtió en una pequeña esfera.

En el momento en que pensé que me la lanzaría y me quemaría, Raimundo volteo lazándola a Andrew que venía corriendo a toda prisa hacia él.

Vi a Andrew tan cerca del fuego que mi primera reacción fue gritar, pero luego vi como este la esquivo con bastante agilidad.

—Déjala en paz—dijo Andrew y Raimundo empezó a atacarle con pequeñas bolas de fuego.

Andrew esquivo algunas y otras provocaron quemaduras en la parte desnuda de sus brazos ya que él se había quitado su suéter.

—No entienden, cada que repitan esas tres palabras les provocare tanto daño y sufrimiento que desearan morir—dijo con voz desafiante.

Estaba pensando en ese momento en cómo llegar al lado de Andrew, cuando Raimundo de nuevo empezó a atacarle: —piensan que todo es muy fácil, que podrán salir de aquí y será su nuevo triunfo… pero no, no se los permitiré, no permitiré que vuelvan a quedar invictos y como los héroes que no son—decía mientras las esferas de fuego salían de sus manos con velocidad.

Yo empecé a correr rodeando el lugar, notando que ahora el fuego venía detrás de mí con cada paso que daba: — ¡Andrew, agua! ¡Necesito agua! —gritaba mientras más me acercaba.

Andrew—que ya no estaba siendo atacado—reacciono rápidamente he hizo el símbolo de agua con movimientos rápidos. El agua empezó a correr poco a poco de la enredadera que estaba en la pared, como si toda el agua absorbida por esta alguna vez ahora la estuviese soltando.

Llegue con Andrew y cuando pensé que había agua suficiente tome la otra piedra y levante el agua del suelo haciendo una especie de barrera frente a nosotros. El fuego lanzado por Raimundo provocaba que el agua poco a poco se evaporara.

Mire por encima de mi hombro tratando de no desconcentrarme para que el agua no cayera, pero aun así pude ver a Víctor con cara de espanto.

—Ya quita esa cara, desde que reaccionaste no la cambias—dijo Andrew serio mirando a Víctor.

—Es que… es que no entiendo nada—tartamudeo un poco Víctor.

Mientras ellos hablaban poco a poco yo me desconcentraba y sentía como la barrera o caería o se evaporaría: —Mi madre aun no despierta—decía Andrew—, pero cuando despierte quiero que huya y de una buena vez vaya por mi padre.

Si hablaba mi concentración se esfumaría pero necesitaba preguntar: — ¿Se puede saber porque no despierta? —y esa tonta pregunta fue suficiente como para que la poca agua que quedaba para protegernos callera mojando todo lo que estuviera cerca.

Corrí al pilar más cerca, para no estar a la vista de Raimundo ni de sus ataques: —Este loco me golpeo cada que hablaba—dijo Víctor desde el pilar siguiente, Andrew estaba a su lado y la directora recostada a la pared del lado más alejado—, y la directora esta como drogada… la verdad no lo sé.

No había terminado de hablar Víctor, cuando una fuerte descarga eléctrica golpeo el pilar donde ellos estaban, volviéndolo solo miles de pequeñas piedras. Abrí mis ojos como platos para que luego otra descarga golpeara el pilar donde estaba yo.

Me tire al suelo cubriéndome de las rocas que caían, no podía creer que la señora Luisa no despertara aun: — ¿Estas bien? —dijo Andrew mirándome.

—Algo así—repetí lo que había dicho a Jonathan antes.

Sentía un dolor horrible en mi cabeza, y sabía que en cualquier momento mi cuerpo no podría aguantarlo más… pero no quería ni podía pensar en eso. Estaba escuchando unos pasos, Raimundo se aproximaba.

”Rebeca…”, Escuche una voz femenina. Mire a mi alrededor buscando a la directora, pero ella aún estaba dormida y apoyada contra la pared.

”Entiendo, me volví loca”, pensé, pero lo más extraño de mi vida sucedió: —”No, no lo estás. Rebeca necesito que me dejes ayudarte”. La voz era hermosa y serena, pero eso no haría que no me asustara.

—Ves que no puedes contra mí—dijo Raimundo acercándose más, pero en vez de venir hacia mí, fue a donde estaban Andrew y Víctor.

”Si me dices quien eres, todo sería más sencillo para mí”, pensé.

—”Se podría decir que soy tu antiguo yo, tu yo interno” —dijo la voz en mi cabeza.

”Eres… ¿Kelta?”, mis pensamientos se escuchaban alarmados.

—Como dije antes, cada uno morirá—decía Raimundo mientras una conversación en mi cabeza se armaba.

Vi como Raimundo—o más bien Ristar— pisó una de las antorchas que había caído al ser destruido los pilares y luego la tomo en sus manos: —”Vamos Rebeca, hay que frenar a Ristar de una vez o hará cosas horribles, además de que mi tiempo aquí es mínimo” —decía Kelta.

Raimundo se acercó a Víctor, que a pesar de tener un rostro neutral podía imaginar su miedo: —Amigo mío—susurro Raimundo.

” ¿Cómo quieres ayudarme?”, pregunte a Kelta.

—”Déjame tomar tu cuerpo, tal y como hizo Ristar con
Raimundo…”

” ¿Quién me asegura que no me volveré loca como el?”, pensé. Ahora Raimundo tomaba a Víctor del brazo y lo acercaba a él.

— ¡Ya basta! —Gritó Andrew—, suéltalo, él no tiene nada en tu contra, esta no es su pelea.

—Estas tan equivocado Kandor—dijo Raimundo—, todo el que me traicione… tiene algo en mí contra.

—”Confía en mí, y en que este es tu cuerpo y no el mío” —dijo Kelta.

Yo solo asentí, mientras que con preocupación miraba a Víctor amenazado por Raimundo.

De pronto sentí como mi cuerpo se enfriaba, y como si fuera… pero no fuera yo. En mi cabeza había dos personas, ambas podíamos actuar o atacar, pero solo una sabía lo suficiente para salir vivos de esta.

Mis fuerzas se renovaban, el dolor de mi cabeza disminuía mientras el frio que me invadió al sentir a Kelta en mi cuerpo y mi mente se terminaba.

—Ristar, déjalo en paz—dije poniéndome de pie, y escuchando palabras salir de mi boca que yo no había planeado.

Ristar al fin volteo a verme, su mirada era penetrante como si estuviera analizandome y se enterara de lo que pasaba en mi cabeza en este momento: —Kelta, querida, ahora si estás aquí con nosotros.

—Tienes razón, así que suelta a ese chico… y ven por mí, soy de verdad a quien estas buscando—era extraño, pero sentía como que vivía una conversación entre dos desconocidos… y uno de ellos era yo.

—No me digas que hacer hermana—dijo Ristar con expresión neutral—, una sola palabra más, un solo movimiento más… y el pobre e indefenso Víctor morirá.

La expresión de Víctor era de puro terror. ”Kelta, hay que salvarlo… por favor”, pensé, nunca imagine estar tan preocupada por Víctor.

—”Tranquila querida, el estará bien” —su voz era totalmente serena, como si de verdad creyera que Víctor y todos estaríamos bien.

Todo estábamos como pensando en nuestro siguiente paso.

Mire a Andrew, se veía totalmente confundido, pero había captado el mensaje y hasta su respiración era tranquila.

En cambio Raimundo—como si disfrutara de la situación—jugaba con el pedazo de madera en sus manos que, ahora era una especie de estaca con la que amenazaba a Víctor.

Entonces, algo con lo que no contábamos sucedió. Sentí un ruido bajo cerca de la pared. La directora había despertado, y estaba en posición de ataque.

Por suerte nadie lo había notado aun, solo yo… y bueno Kelta también.

Yo medio sonreí, viendo como una esfera de energía se formaba entre las manos de Luisa: — ¡No! —salió la negativa de mi boca sin planearlo. Entonces la directora soltó su ataque.

Raimundo volteo a ver en la dirección en que yo miraba, pero no le dio tiempo a reaccionar ya que la electricidad choco contra su cuerpo.

En su expresión se veía lo doloroso que había sido, pero eso no evito que en un movimiento rápido clavara la estaca directamente en el corazón de Víctor.

Los ojos de Víctor se abrieron demasiado, sabía que su dolor era inmenso. Sus rodillas temblaron haciendo que este flaqueara y callera al suelo. Su boca abierta demostraba que algo quería decir… pero sus fuerzas no se lo dejaron.

Callo sobre su costado izquierdo, dejándome ver la última expresión de horror y dolor que había quedado en su rostro.

Mi respiración era entrecortada, y las lágrimas nublaban mi vista. El enojo me invadía y el miedo desaparecía: — ¡Maldito Ristar! —grite palabras que normalmente no decía, mientras la voz de mi cabeza me pedía calma y concentración.

Ristar se reía por lo bajo y me miraba con burla: —Si esto te dolió, ¿te imaginas como será cuando le mate a él? —dijo el señalando a Andrew con un movimiento de la cabeza.


Mi cuerpo reacciono sin yo pedírselo, trayendo hacia mi mano una enorme ráfaga de viento y energía. La fuerza de este aire fue tal al empujarlo contra Ristar, que este salió volando por los aires separándolo de Andrew y golpeándolo contra la pared y su enredadera.

—Esto era lo que yo pedía—dije en un susurro.

—”Cuando terminemos con esto, aprenderás a hacerlo sola, querida” —dijo Kelta para luego dejarme escuchar su risa como campanillas.

Corrí hacia Andrew y le toque las heridas de sus brazos: —Necesitamos agua—dijo Kelta por mí.

—Claro—dijo Andrew serio—, pero antes…—la señora Copelan se acercó a nosotros vigilando a Ristar que ya estaba levantándose del suelo.

—Mamá, huye de aquí—dijo Andrew—. Busca a mi padre… nosotros distraemos a Raimundo para que no te atrape. Necesitamos ayuda para sacar a Víctor y Jonathan de aquí.

—Cariño, eres tan valiente—dijo la directora empezando a caminar, luego nos dio la espalda y corrió hacia las escaleras.

Ahora Ristar gritaba de frustración preparado para atacar a la directora, y creando bolas de fuego que pronto serian lanzadas contra su objetivo.

Andrew uso la hidroquinesis, y en poco tiempo el agua mojaba nuestros pies. Kelta, con mi cuerpo hizo unos extraños pero fluidos movimientos y atrajo hacia mis manos el agua junto con energía para luego ser lanzadas con fuerza contra el cuerpo de Raimundo y así evitar que detuviera a la directora que ya casi salía de aquí.

Ristar fue golpeado por varios proyectiles que le debilitaban y mojaban.

—” ¿Has notado que no ha usado el poder de la tierra?” —pregunto Kelta.

”Ahora que lo mencionas, tienes razón”, pensé mientras el agua atacaba a Raimundo.

—”Es su punto débil por decirle de alguna manera, siempre le pareció inútil comparado con el fuego y no le intereso aprenderlo” —se explicó ella.

Ristar se puso en posición y esferas de electricidad nos atacaron—tanto a mí como a Andrew—siendo electrocutados sin provocarnos el daño suficiente para dejarnos fuera de combate.

Sentí como mi cuerpo de nuevo se empezó a debilitar, y la esencia de Kelta se iba poco a poco. “¿Qué sucede?”, pregunte alterada.

—”Como dije antes, mi tiempo esta contado aquí… así que hay que actuar rápido”—dijo ella decidida.

Mire a Andrew, no sabía que sucedería si Kelta se iba… estaríamos perdidos.

—Andrew, necesito que amplifique mi poder, ¿sabes hacerlo? —El me miro con los ojos abiertos como platos.

—La verdad no.

—Toma mi mano—Kelta le ofreció mi mano a Andrew y el la tomo—, ahora imagina que todas tus fuerzas y poderes se deslizan por tu cuerpo y se mueven por tu brazo hasta el mío… como si algo se moviera de ti a mí.

Andrew me miraba, yo asentí y él cerró sus ojos.

— ¡Me las vas a pagar Kelta!—gritaba Ristar. En eso un dolor inmenso traspaso mi cabeza. Era Ristar… usando la piedra del sol.

—”Relájate, concéntrate en el poder que te están pasado” —dijo la dulce voz de Kelta.

El dolor se intensificaba, y un leve cosquilleo invadía mi brazo. Escuche una baja risita, Andrew sabía que lo estaba logrando.

Las cosquillas se movían, y de un momento a otro dominaban mi cuerpo que se sentía más fuerte que antes:

— “¿Lista para terminar con esto?” —dijo Kelta.

—Lista—susurre.

Y así como estábamos—Andrew y yo tomados de la mano y Kelta conmigo—el poder de la piedra de la luna que colgaba de mi cuello se activó.

Vi de inmediato como Ristar sintió el dolor, su ceño estaba fruncido y sus rodillas temblaban. El dolor también me afectaba, pero yo tenía dos personas que me apoyaban y me daban su fuerza.

Ristar llevo sus manos a la cabeza y empezó a gritar de dolor. La esencia de Kelta iba desapareciendo y con eso el dolor en mi cabeza—tanto por la herida como por Ristar—se hacía más fuerte haciéndome gritar también.

—“Vamos, resiste… solo un poco más” —decía Kelta, dándome ánimos.

Apreté mis dientes para no gritar, y así no perder la concentración. Ahora las rodillas de Raimundo flaqueaban haciéndole caer en el suelo sobre ellas.

Con sus manos cerradas en puños, golpeo el suelo y volvió a gritar. Mientras yo sentía mi vista nublada y sentía como mis rodillas flaqueaban también.

Luego de unos minutos, di dos pasos adelante—junto con Andrew—y eso pareció que aumentara el dolor de ese hombre que ahora golpeaba el suelo: — ¡Esta me la pagas! —grito él.

—“Ahora lo último” —mi mano en un movimiento que yo no le pedí tomo la piedra del viento—“hay que cortar su paso del aire” —dijo Kelta.

Raimundo había dejado de gritar. Sentí como Andrew suavizo el agarre de mi mano y luego se desplomo en el suelo.

Mi visión nublada y el dolor en mi cabeza, no me dejaron pensar demasiado: —“unos segundos más Rebeca” —decía esa voz pidiendo resistencia, pero no pude hacer lo que me pidió porque unos segundos después yo también había caído desmayada y sin fuerzas.


***


Un sueño extraño rondaba por mi mente. El lugar donde estaba era un poco frio lo que provocaba que quisiera dormir un poco más.

Las imágenes en mi mente eran confusas… un dragón, mucho fuego… espera un momento, eso fue real.

Abrí mis ojos de golpe y me senté encontrándome en mi cama del instituto. Pero, ¿Cómo había llegado hasta aquí?

Mire a los lados, las luces estaban encendidas y me encontré con una mirada conocida desde la otra cama de la habitación: —Ya despertaste amiga.

— ¿Claudia? ¿Qué haces aquí? —mi alegría de verla de nuevo se esfumo cuando recordé a Víctor.

—Pues vine a verte, cuando hablamos me dejaste preocupada—dijo ella con falso tono de reproche—. Estabas tan débil cuando te trajeron…

— ¿Cuánto tiempo tengo dormida? ¿Qué día es hoy?

—Un poco más de veinticuatro horas, estamos iniciando el segundo día de enero—dijo ella con una pequeña sonrisa—. Andrew despertó hace un par de horas, pero su madre no le deja parar de su cama—se rio a carcajadas.

— ¿Y Jonathan?, él estaba envenenado—dije un poco más despierta.

—Sí, lo estaba… muchos están sorprendidos de que haya sobrevivido a la dragonaria—dijo ella un poco más seria, y ahora se veía pensativa—, pero además de su resistencia, aquí tienen buenos antídotos.

—Claudia, amiga—dije en un susurro—creo que te tengo una mala noticia.

— ¿Mala noticia? —ella frunció el ceño.

—Es sobre Víctor, él está…—mi voz se quebró en ese momento y no pude decir más.

—Lo sé—dijo ella medio sonriendo—, pero no sé porque sería una mala noticia.

— ¿Cómo que porque?, está muerto… fue estacado por Raimundo.

—Rebeca, eso es cierto… tienes razón—ella aun sonreía y yo no entendía—, pero nosotros somos vampiros. Una estaca solo nos paraliza, pero al ser removida es como si volviéramos a la vida.

Tenía mis ojos abiertos como platos: —Raimundo dijo que lo mataría.

—Tal vez ignoraba esto que te digo, o solo quería confundirte—dijo ella entre risitas.

—Entonces, ¿Víctor si esta bien? —pregunte medio sonriendo.

—Claro que sí, esta hasta mejor que tú.

Me deje caer de nuevo en la cama. Todo era tan irreal, que si no hubiese sido yo quien lo vivió no lo creería jamás.
La habitación quedo callada un rato, mientras yo pensaba, ¿A dónde habían ido mis heridas? : —Claudia, ¿me acompañas a ver a Andrew? —pregunte.

—Claro.

Me levante de golpe, sintiéndome un poco débil y notando que estaba en pijama. Fui hasta el closet y saque un suéter limpio, fui al baño a limpiar mis dientes y cepillar mi cabello y luego salimos de la habitación.

Mientras caminaba al edificio donde estaba Andrew más dudas aparecían en mi cabeza. Por suerte cuando llegue quien acompañaba a Andrew era el señor Copelan—que ya no tenía ni una sola herida—, quien me recibió con un fuerte abrazo.

—Qué bueno que ya despiertas Rebeca—dijo con una dulce sonrisa paternal.

Sin decir nada, voltee a ver a Andrew que estaba sentado en su cama sonriéndome. Le devolví el gesto.

—Señor Copelan, tengo muchas preguntas—dije sin dejar de ver a Andrew.

—Haz las que quieras—me ofreció que me sentara en el borde de la cama, y así hice al igual que Claudia.

—Primero que nada, ¿Qué paso con Raimundo? —dije ya seria.

—Él está, como vegetal—dijo el señor Copelan—. Esta como si el alma de Ristar hubiese escapado de su cuerpo dejándolo inerte. Lo llevaron al hospital más cercano a Reino Futuro.

—Entiendo—dije pensativa—. ¿Qué paso con mis heridas?, si mal no recuerdo mi cabeza estaba herida y mis brazos quemados.

—Magia curativa—dijo el con una enorme sonrisa—, la misma que use para ayudarme a mí mismo…

—Y también a Andrew y Jonathan—termine su frase—. ¿Qué haremos con mis papas? —Dije un poco nerviosa—, han de estar desesperados.

—Pues sí, lo están… te han buscado por todas partes. Pero no te preocupes, usaremos a la amnepatía para hacerles olvidar estos días, y si es necesario alteraremos los recuerdos de muchos.

—Pero…

—Pero nada Rebeca, ustedes deben seguir descansando. Tú, Andrew y Jonathan están muy débiles. Ya después responderemos tus preguntas y nos contaras como fue todo.

—Antes de irme—camine hasta Andrew sonriendo y le bese con ternura—, gracias por tu ayuda… como me alegra haber salido al fin de esto.

El me sonrió y luego—sin querer de verdad hacerlo—, me fui con Claudia a mi habitación para seguir recuperando fuerzas.

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