Sentía que me estaba ahogando, no podía respirar. Cuando abrí los ojos note que estaba debajo del agua sin nadie que me pudiera salvar.
Luche demasiado para poder respirar pero mis esfuerzos fueron en vano, esta vez no pude salir a la superficie.
Estaba perdiendo la conciencia y todo se ponía cada vez peor.
Abrí los ojos de golpe sintiendo alivio al ver que estaba en mi habitación, y comprendiendo que todo había sido un horrible sueño.
Era de noche y Claudia ya estaba durmiendo. Me voltee para ver el reloj y eran las tres de la madrugada. Desde que llegue a este lugar dormía demasiado.
Agradeciendo que ya había llegado el fin de semana, me pare me puse un suéter y salí al balcón. La vista era muy linda, más allá de la piscina había un hermoso jardín. Mire el cielo para ver las estrellas—que muy poco se veían—, y la luna que hoy era llena.
Deje vagar mi mente, que últimamente—esta semana—siempre paraba en el mismo pensamiento… Andrew. No entendía que era eso que me atraía de él. No, era más que una simple atracción.
A su alrededor me sentía nerviosa, y él no me ayudaba mucho para sentirme mejor. Recordé el beso que me dio el segundo día de estar aquí, y con solo pensarlo pude sentir mi corazón acelerarse.
No me quería sentir así, y menos por él que solo tiene a las chicas hasta aburrirse, tal y como un niño con un juguete nuevo. Yo no quería ser ese juguete, le dejaría eso a Camila. Pero solo con pensar en eso la sangre me hervía a cien grados.
Apartando eso, bueno a ellos—Camila y Andrew—, en este lugar todo era perfecto para mí. No pude encontrar mejor amigo que Peter, que aunque todo el mundo crea lo contrario sé que él no tiene dobles intenciones conmigo. ¿O sí?
Y Claudia, nunca pensé que alguien como ella pudiera ser una gran persona, y sé que en un futuro seriamos muy buenas amigas.
También estaban las cosas extrañas, como los gruñidos de Peter, la extraña actitud de Claudia con la comida y la rosas de Andrew.
Y por supuesto el peor acontecimiento casi me ahogo en la piscina del instituto por un remolino absorbente y Andrew le echo la culpa de todo a Camila. Eso sí era lo más extraño.
A los alumnos de esta escuela les pasaba algo raro y de verdad quería averiguarlo. De nuevo llego el sueño por eso entre a la habitación, me recosté en mi cama—sin quitarme el suéter—y al rato de dejar de pensar me quede dormida.
***
Estaba saliendo poco a poco de la inconsciencia en la que estaba, todo eran por unos ruidos extraños. ¿Es Claudia?, suena como cuando rompen el cartón o algo así.
Abrí mis ojos poco a poco para acostumbrarme a la claridad, y ahí estaba ella abriendo como supuse una caja de cartón—de tamaño mediano—en medio de nuestras camas.
— ¿Qué es?—dije con voz pastosa.
—El Tv que enviaron mis padres de Italia—dijo sonriente—sobre mi cama esta la laptop nueva.
— ¿Por qué te enviaron eso?—dije ya más despierta.
—Porque al inicio de cada año, ellos siempre me envían regalos—dijo muy alegre—, pero este año estuvieron muy generosos.
De la caja saco un pequeño pantalla plana de unas veinte pulgadas que era de las que se veían bien en la pared.
—Oh, qué bonita—dije sorprendida.
—Sí que la vamos a disfrutar.
—Claro que si—dije riendo.
Me estire y luego fui al baño a lavar mis dientes y cepillar mi cabello, luego recordé que Claudia no supo lo que me paso ayer.
—Sabes, ayer casi me ahogo—dije sin interés.
—Lo sé, me dijo And. El chico andaba como loco—dijo mirándome seria.
—Sabes que fue extraño, que después de eso Andrew fue a discutir con Camila como si ella hubiese tenido la culpa—mientras decía eso vi como Claudia se alteraba un poco.
—Así es él, cuando se pone nervioso culpa a todos de lo que esté pasando—dijo ella excusándolo.
—Pero ella acepto la culpa—debía sacarle información. Si algo pasaba ella debía saberlo.
—No le hagas caso, esa chica en verdad está loca.
La forma en que dijo eso me dejo saber que ella no quería hablar del tema, y en realidad yo tampoco quería hablar de eso. Pero luego recordé que ayer casi no la vi.
—Claudia, ¿Dónde estabas ayer?, casi ni te vi y eso que vivimos juntas.
—Si te cuento te desmayas—dijo ahora eufórica.
— ¿Qué hiciste?—dije con una sonrisa de complicidad.
—Ayer Víctor Castillo me invito a pasar el día con el—grito de emoción.
—Que bien, pero ¿Quién es?—dije entre risas.
—No importa quien sea, solo tienes que saber que va a casi todas mis clases y que me invito al baile.
—Oh que ternura, ¿y cómo es él?
—Tiene muy azules, piel clara, es más alto que yo y no muy musculoso. Su cabello es negro y un poco largo pero lo mejor de todo es lo dulce que es.
—Creo que te gusta—dije contagiada por su emoción.
—La verdad me gusta desde el año pasado, pero yo no le iba a rogar—dijo un poco presumida cosa que me dio un poco de gracia.
—Me alegro por ti amiga—dije con sinceridad.
—Y hablando del baile… ¿irás?—pregunto de repente.
—A decir verdad no lo había pensado…—dije evadiendo la pregunta.
— ¿No hay alguien con quien quieras ir?
—No, para nada—no quería decirle, sabía que iría corriendo a decirle a su “mejor amigo And”
—Deberías ir, la pasaríamos bien—dijo ya sin interés.
—Claro—dije terminando el tema—, creo que iré a desayunar no comí nada anoche. ¿Vienes?—pregunte por ser Cortez pero ya sabía la respuesta.
—No gracias, no tengo hambre—ya estaba aprendiendo como era Claudia.
Ya iban a ser casi las doce del mediodía. Por eso decidí ponerme un vestido por encima de las rodillas color turquesa con bolsillos al frente y manga corta y unas sandalias bajitas que combinaban, deje mi pelo suelto y salí de la habitación.
No tenía ganas de estar sola, por eso le envié un mensaje a Peter para que viniera a la cafetería de mi edificio:” ¿Me quieres acompañar a desayunar en la cafetería de mi edificio?”
El inmediatamente contesto: “Te veo ahí en unos minutos”
Su respuesta me hizo sonreír.
Camine hasta llegar y pedí mi desayuno—pan con mermelada y jugo—, y como se lo mucho que come mi amigo le pedí una rosquilla para él. Luego me senté sola en la misma mesa de siempre.
A los pocos minutos llego Peter y como siempre tenía una sonrisa para mí.
—Buenos días—dije un poco entusiasta.
—Querrás decir buenas tardes, ya es la hora de almorzar pequeña—dijo Peter sentándose junto a mí.
—Ten te compre esto—dije ofreciendo la rosquilla.
—Gracias, tengo hambre—sonrió antes de morder su rosquilla.
Mientras comíamos no hablamos mucho—Claro que Peter devoro su rosquilla en unos segundos—pero luego como si fuera inevitable llegaron las preguntas.
— ¿Y cómo te sientes?, me refiero a lo de ayer.
—Pues, estoy bien. Pero estoy un poco confundida—dije para después morder mi comida.
— ¿Confundida? ¿Por qué?
—Te diré esto, pero por favor no pienses que estoy loca—dije con mis manos juntas como si estuviera suplicando.
—Yo nunca pensaría que estás loca—dijo con una mirada dulce que me lleno de confianza.
—Está bien—dije y luego suspire—. Ayer en la piscina sentía que algo o alguien me jalaba a lo más profundo y cuando mire a ver que era un remolino cubría mi pierna como absorbiéndome para no poder subir. Por eso me costó tanto tomar aire.
Peter no decía nada, solo me miraba con el ceño fruncido como si estuviera pensando.
—Sabía que pensarías que estaba loca—dije cruzándome de brazos.
—No, para nada. Solo estoy preguntándome ¿Qué pudo haber pasado?
—Si descubres a respuesta me lo dices, porque la quiero saber—dije sarcástica—, de verdad no quiero que nadie sepa lo que de verdad paso, ellos si me creerían loca.
—No lo creo—dijo Peter sonriendo distraído.
—Sabes, no quiero hablar de esto—dije tomando mi agua—, cambiemos de tema.
—Lo que tú digas, ¿De qué quieres hablar?
—Pues no lo sé, ¿Iras al baile de bienvenida?—dije sin mucho interés.
—En realidad no quiero ir.
—Ni yo—dije sonriendo.
En eso alguien se acercó para sentarse en nuestra mesa y para cuando levante la mirada para ver quién era, una sonrisa burlona me dio la bienvenida.
—Hola Rebeca, ¿Cómo estás?—Pregunto Andrew.
—Bien, y por cierto de nuevo gracias, ya sabes… por lo de ayer—dije con una sonrisa tímida.
—No hay de que—dijo con una mirada amable—. Y ¿De que hablaban?
—Del baile—dijo Peter amablemente.
—Entonces, ¿ustedes irán juntos?—pregunto Andrew repentinamente serio.
—La verdad, ese no es tu asunto amigo—dijo Peter sin perder el tono cortes.
—Además, ¿Qué te importa?, ya tú tienes tu cita—dije yo desprendiendo veneno con mis palabras.
—Rebeca, yo te venía a preguntar…
—Por favor, no juegues conmigo—dije interrumpiéndolo—, no soy una de tus amigas para que me trates como quieras.
—Espera, ¿de qué hablas?—dijo Andrew.
—De Camila, siempre estas con ella, la besas y quien sabe cuántas cosas más harán, pero claro solo son amigos—dije con sarcasmo.
—Ya se lo que sucede, estas celosa—volvió la sonrisa burlona.
—Por supuesto que no—dije enojada.
—Lo que digas—dijo parándose—, pero sé que eso es lo que sientes.
—Tu actitud me enferma—dije entre dientes.
Peter seguía ahí, siempre conmigo desde que lo conocí. Voltee a verlo y se estaba riendo de la discusión que estaba ocurriendo—entre Andrew y yo—, y así se me ocurrió un plan. Si Andrew quería jugar, me uniría a su juego con las mismas cartas.
—Peter, ¿Estás seguro que no quieres ir al baile?
—La verdad, ahora siento que debería ir. ¿Me quisieras acompañar?—dijo con una sonrisa de complicidad.
—Por supuesto, seria todo un honor—respondí alegre.
Andrew nos miraba, ya su sonrisa se había desvanecido y tenía los puños apoyados sobre la mesa.
—Me alegro que vayan juntos, chicos—dijo Andrew entre dientes—, supongo que nos veremos allá.
—Supongo—dije sin interés.
—Espero que se diviertan juntos en el baile—dijo para marcharse, creo que un poco enojado.
—Perfecto—susurre. Andrew aprendería que conmigo no se debe meter—. Nos vemos en tu habitación, tengo cosas que hacer.
Me despedí de mi amigo y fui a mi habitación. Cuando llegue vi salir a unos chicos de uniforme—que no era del colegio—, entre para conseguirme a Claudia acostada en su cama viendo su televisión que ya estaba instalada. Solo sonreí y sin decir nada me senté en mi cama y marque el número de mama, luego espere unos segundos a que contestara.
— ¿Rebeca?—dijo emocionada, parecía una niña.
—Sí, hola mamá ¿Cómo estás?
—Hija que alegría escucharte, nosotros estamos bien ¿Y a ti como te va?
—Pues de maravilla, las clases son geniales y ya tengo un par de amigos—y ayer casi me ahogo, pero no te preocupes no fue nada. Pensé.
—Me alegro querida.
—Pero, no hablo solo por eso.
—Lo supuse, ¿Qué necesitas?
—Es solo que, habrá un baile el próximo sábado y me preguntaba, ¿Puedo comprar con la tarjeta que me dieron un vestido?
—Querida, sabes que eso es con tu padre…
—Mamá por favor—rogué.
—Está bien, pero si tu padre se molesta te echare la culpa—dijo como una niña acusando a su hermano—y hablando del baile, ¿tienes pareja hija?
—Sí.
—Que emoción, y ¿cómo se llama?
—Es mi amigo, Peter.
— ¿Segura que es solo tu amigo?—pregunto con verdadera curiosidad.
—Si mamá—dije mientras me ruborizaba—. Eh, gracias mamá mándales saludos a papá y a Jessica.
—Claro hija, llama más seguido te extrañamos mucho por aquí.
—Está bien, yo también los extraño—y así termino nuestra conversación.
Junto con terminar de hablar con mamá me puse a pensar en que estilo de vestido compraría, aunque la idea de ir al baile no me entusiasmaba tanto haría lo que sea para verme perfecta. Suspire.
—Parece que alguien ira al baile—dijo Claudia sin dejar de ver televisión.
—Eh, si iré con Peter—dije sin entusiasmo.
—Aunque tu pareja me cae pésimo, será genial que vayas así te presentare a Vic.
—Por supuesto—dije con una sonrisa—Bueno debo ir a la habitación de Peter, haremos el trabajo de cálculo.
—Como quieras—dijo aburrida—, no pases tanto tiempo con el—y luego sonrió.
Luego de despedirme tome las cosas del trabajo y me dirigí a la habitación de mi amigo en el edificio Mendelssohn. No sabía cuál era su habitación—de Peter—, así que pregunte a unos chicos que estaban en el vestíbulo.
Su habitación era la numero dieciséis. Subí las escaleras y al encontrar su puerta toque.
—Pasa Rebeca—escuche a Peter.
Abrí la puerta y él estaba acostado sobre su cama leyendo un libro.
— ¿Cómo supiste que era yo?—dije sonriendo mientras cerraba su puerta.
—Te o… un presentimiento—dijo entrecortadamente.
—Claro, como digas—dije frunciendo el ceño aunque conservando la sonrisa.
— ¿Qué haremos ahora, mi pareja para el baile?—dijo en tono burlón lo que me provoco una carcajada.
—Bueno, creo que quedamos en hacer este trabajo—dije señalando mi cuaderno.
—Oh cierto—dijo haciendo una mueca de disgusto—, pero antes deberíamos…
— ¿Qué vas a inventar?—dije poniendo mis ojos en blanco.
—Ya se… debemos practicar el vals para el sábado—dijo sonriente.
— ¿Vals?—Grite— ¿de qué hablas?
—El vals, ¿nunca has bailado un vals?—dijo sorprendido.
—La verdad, no
—Está bien te enseñare—dijo mientras se paraba de su cama para acercarse.
Cuando estuvo lo suficientemente cerca, tomo mi mano derecha con su izquierda, y su otra mano libre la puso en mi cintura. Lo mire pensando que estaba loco y el solo sonreía.
Empezó a moverse de izquierda a derecha, y de atrás a adelante y yo solo lo seguía, bueno hasta que lo pise y pareció no haberlo sentido.
—Sabes, no soy muy buena para esto—dije riéndome de mi misma.
—Es todo lo contrario—dijo el uniéndose a mis risas.
— ¿Acaso estás loco?, te acabo de pisar—dije señalando su pie.
— ¿Ah sí?, entonces es bueno que yo sea tu pareja—dijo en tono de burla.
—Volvamos al trabajo y practiquemos esto en otra ocasión—dije sentándome en su cama con mis apuntes.
—Está bien—dijo Peter suspirando. Así nos pusimos a trabajar hasta terminar.

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