sábado, 29 de octubre de 2011

Capítulo 7 - Tengo que averiguar qué pasa.

Salí de clase de literatura de donde ya nos habían mandado a investigar cosas interesantes sobre nuestra novela favorita, la mía es Romeo y Julieta que a pesar de tener un final triste, es algo inesperado pero que deja un final fabuloso para una novela de mucho éxito en el mundo.
Iba caminando con Claudia hacia el edificio Julieth para ir a almorzar mientras le contaba cómo iba mi primer día, aunque no iba como esperaba.
— ¿Cómo que vas a almorzar con Peter?—dijo ella eufórica.
—Pues sí, el me invito ya que no pudimos conversar entre clases—dije viéndola como si fuera una loca.
—No sabes con quien estas—dijo ella poniendo los ojos en blanco—, el podrá ser muy lindo y popular pero de verdad si crees que Andrew es un patán no sabes nada de Peter.
La manera en que dijo eso me dejo saber que la emoción que vi en ella no era lo que pensaba.
— ¿Acaso te hizo algo?, ya que dices que es un patán.
—Pues a mí no me ha hecho nada pero…
—Pero, a otra persona si—comprendí.
—En realidad no sé si le habrá hecho algo malo a alguna persona dentro o fuera de este lugar, pero me cae pésimo…—dijo con una voz extraña.
—Pero no veo la razón de que sea así, me parece muy simpático—dije con una media sonrisa.
—No te preocupes no me hagas caso, almuerza con el pero creo que hoy no te acompañare, no te lo tomes a mal… eso solo por él—se excusó.
—No te preocupes, te entiendo—dije confundida pero aceptando lo que me decía.
Llegamos al edificio Julieth y ahí estaba Peter parado en la puerta, Claudia me acompaño hasta pararme junto a él.
—Hola Peter—dije amablemente.
—Hola linda—dijo mientras me miraba, luego su mirada se desvió a Claudia y la vio con verdadero desprecio, algo que a mí me intimidaría pero a alguien como Claudia no le pasaba lo mismo.
—Sheick—dijo Claudia.
—Rocca—dijo Peter— ¿Qué haces con Rebeca?
—Ella es mi compañera de habitación—dije respondiendo yo a la pregunta, aunque me sentía un poco cohibida.
—Bueno, Rebeca te dejo con este imbécil—dijo Claudia con una sonrisa sarcástica y luego se marchó.
Fue extraño pero creí escuchar una especie de gruñido que provenía del pecho de Peter, pero a lo mejor solo era mi imaginación… o eso esperaba.
Caminamos hacia la pequeña cafetería del lugar y mientras íbamos por los pasillos Peter paso su brazo por encima de mis hombros. Debería decirle que no pero me sentí cómoda, como si estuviera con un hermano.
Llegamos a la cafetería y pedimos unas hamburguesas—cada quien pago la suyo—, y luego nos sentamos en una mesa alejada de la puerta para poder comer nuestro almuerzo.
— ¿Y que más me puedes decir de ti? —dijo de repente.
—Eh, no lo sé—dije tragando un bocado de mi hamburguesa— ¿Qué quieres saber?
—Pues que tal tus hobbies, tu color favorito, tus viejos amigos… y cosas así—dijo con una hermosa sonrisa.
—Bueno, me encanta leer e ir al cine, mi color favorito es el rojo y mi mejor amiga se llama Jessica.
—Oh, ¿y de donde conoces a tu mejor amiga?—pregunto con verdadera curiosidad.
—Ella es mi vecina en San Francisco, y además estudiábamos juntas en la escuela pública—dije sin verdadero interés—, ahora tu responde las mismas preguntas.
—Me encantan los deportes, el verde y no tengo mejor amigo—dijo entre risas—, y además mi animal favorito es el lobo… perdón, el perro lobo.
—Si son hermosos—dije.
El almuerzo paso así, en conversaciones parecidas a esas y riéndome, en pocas palabras pasándola bien. Me recordó al único día que no pelee o le grite… o lo que sea a Andrew.
Cuando terminamos nuestro almuerzo me dirigí a mi clase de biología, y luego a mi clase electiva que era arte. El resto del día fue tranquilo hasta que a mi clase electiva entro la persona que  menos quería ver en este momento.
—Hola señorita Anderson—dijo Andrew susurrándome al oído, esto me hizo estremecer.
—Aléjate de mí—dije evasiva.
—Que tierna eres—dijo sentándose a mi lado.
—Te lo repito, aléjate de mí—dije entre dientes.
—Lo siento pero no puedo ir más lejos, este es mi asiento—dijo con una sonrisa torcida.
Yo simplemente lo ignore hasta que entro la profesora, una mujer joven y hermosa de cabellos rubio casi platinado y una figura esbelta. Podría ser modelo por su estatura y su figura: —Buenos días jóvenes—dijo con una voz encantadora—, como ya saben soy la señorita Needman. Bienvenidos a mi clase y bienvenida a la escuela Rebeca—dijo sonriéndome.
—Muchas gracias—respondí en un susurro un poco sonrojada.
—Que linda te ves sonrojada—dijo Andrew a mi lado, en un tono que solo yo pude escuchar.
—Por favor cállate, quiero escuchar a la profesora no a un patán—respondí mientras volvía mi furia. El solo se rio.
La señorita nos mandó a dibujar en una hoja algo que quisiéramos ya que era libre, yo empecé a dibujar.
Hice el bosque que había visto en mis sueños—sin los ojos rojos por supuesto—, con un poco de imaginación dibuje en el cielo oscuro la luna menguante. Creo que se veía bien y me llevo casi la hora completa lo que me ayudo a evitar a Andrew.
—Que hermoso—escuche una voz femenina.
—Gracias señorita Needman—respondí sonriente.
—Pero, ¿porque lo dibujaste?—dijo curiosa.
—Es que soñé algo extraño y estaba en ese bosque—dije sin querer contarlo.
—Como es tu primer dibujo, lo debemos poner alrededor de las paredes del salón al igual que el de los demás estudiantes—dijo mientras yo lo firmaba con mi nombre y la fecha.
—Por supuesto, tenga—dije ofreciendo el dibujo.
Ella fue a la pared más cercana colocando mi dibujo al lado de una hermosa playa dibujada y pintada pero desde mi asiento no leí el nombre de quien lo dibujo.
—Me encanto tu dibujo—dijo Andrew desde su puesto.
—No me interesa tu opinión—dije sin mirarle.
— ¿Por qué siempre con esa actitud?
—Es lo que tú provocas—solo oí su risa en respuesta.
En eso sonó el timbre que me liberaba y me permitía ir a descansar en mi habitación un rato, tarde un poco en salir ya que debía recoger mis cosas—que por mi torpeza—que se habían caído, y ahí estaba el recogiendo mis cosas y dándomelas en mis manos.
—Gracias—dije entre dientes.
—No hay de que—dijo sonriente.
Cuando llegue a la puerta él se paró frente a mí para evitar que me fuera.
— ¿Y ahora qué quieres?—dije fastidiada.
—Solo quería disculparme, ya sabes por lo de esta mañana—dijo sincero—, no debo entrometerme en tu vida—ahora parecía enojado.
—Si lo que digas—dije tratando de empujarlo, pero no lo moví ni un centímetro, pero al tocar su pecho sentí sus músculos bien marcados y por eso quiete la mano inmediatamente.
—De verdad, quiero que me disculpes—y puso su mano detrás de su espalda—y para probarlo ten esto—escuche un chasquido de dedos.
En eso me ofreció una rosa roja, la más hermosa rosa que había visto en mi vida. La había sacado de su espalda con la mano que había ocultado.
— ¿Cómo lo hiciste?—pregunte sorprendida.
—Son el tipo de trucos que una persona no puede revelar—dijo con una sonrisa presumida—. Aquí tienes algo muy parecido a ti, una rosa roja.
Y con esas palabras se apartó de la puerta para al fin dejarme pasar. Camine un poco pensando en cómo había hecho para aparecer una rosa. Esto de verdad era muy extraño al igual que muchas cosas aquí.
Lo de la rosa fue como… magia.
Me dirigí a mi habitación un poco pensativa. Cuando llegue saque mi llave y abrí la puerta que no tenía seguro. En eso me llego un olor extraño y supuso que sería Claudia.
— ¿Qué es ese olor?—pregunte tapando mi nariz.
—Eh, se me cayó la bebida en el suelo—dijo Claudia arrodillada recogiendo lo que se había caído.
—Pero si esa cosa huele a hierro—dije pensando en ayudarla—, déjame ayudarte.
—No, no es necesario—dijo un poco agitada—ya casi término.
Mire el suelo donde la cosa se había derramado y vi que el líquido que quedaba era de un rojo intenso.
—En serio, huele demasiado a hierro—dije pasando por el lado de las camas para no pisar su “bebida”.
—Ya te dije que es algo que necesito, una… bebida energizante.
—Si, como digas—tome unos jeans y una blusa rosa para cambiarme. Mientras me cambiaba estaba pensando que aquí estaban pasando cosas raras como la extraña bebida de Claudia y su extraña actitud, y la aparición mágica de la rosa en las manos de Andrew y de paso Peter gruñía como los perros.
Luego de cambiarme ya Claudia estaba en su cama escribiendo algo en un cuaderno.
—Sabes, algo extraño paso hoy—dije todavía pensativa.
— ¿Qué es?—dijo ella sin despegar los ojos de lo que hacía.
—Pues Andrew, tu mejor amigo hizo aparecer esa rosa—dije mientras la señalaba—, de la nada, solo escuche un chasquido de dedos y ahí estaba la hermosa rosa.
— ¿Ah sí?—ahora si me miraba con interés.
—De verdad.
—Que loco, pero sabes que… no le hagas caso—dijo mientras se paraba de su cama y se ponía sus zapatos—. Ya vengo iré a tomar un poco de aire.
—Claro, tomate tu tiempo—dije en un susurro mientras ella se marchaba cerrando la puerta a su paso.
Decidí caminar también, por eso intente conocer los pasillos de mi propio edificio. Vi mucha gente como por ejemplo una pequeña chica que me llegaba un poco más debajo de los hombros, y otra chica gótica con la misma asquerosa bebida de Claudia.
De pronto mientras pensaba tropecé con alguien—esto se me estaba haciendo costumbre—y me balancee pero por suerte no caí al igual ella.
—Fíjate por donde caminas fenómeno—dijo la voz chillona de Camila.
—Fíjate tú por donde caminas—dije enfrentando  a la chica baja—, creo que los pequeños como tú no deberían estar aquí.
—No te pases, estúpida—dijo Camilla en un gritico exagerado.
—Oh por Dios, de verdad no estoy de humor para tus cosas, metete con alguien de tu tamaño—y la pase de largo para seguir ignorándola.
—No me interesa tu humor, a mí no me tratas así—dijo mientras agarraba mi brazo con fuerza.
—Conoce a las personas primero antes de meterte con ellas, enana—dije jalando mi brazo para que me soltara.
—Ya se lo suficiente de ti como para llamarte fenómeno, sé muy bien que no eres como ninguno de los de este instituto. Yo sé bien que eres una simple...
—Cállate Camila—grito un chico, y lo reconocí como Andrew.
—Cariño—dijo ella soltándome al fin.
—No me digas así y déjala en paz—dijo parándose a mi lado.
—Pero, ¿Por qué te pones de su lado? Solo es…
—Cállate, ya te dije—dijo en otro grito Andrew—, ven conmigo debemos hablar.
En eso el tomo su brazo como hace unos minutos ella hacia conmigo, y sin voltear a verme ni una vez desde que llego gritando se fue arrastrándola con ella. Tal vez era un ataque de celos por algún chico con el que ella estuvo, no me importaba o eso quería hacerme creer a mí misma.
Luego de superar que Andrew se fue con ella pensé. ¿Por qué ella dijo que yo no era como los demás?, que le ocurría a esa ridícula.
De verdad aquí estaban pasando cosas muy extrañas, y muy dentro de mí sentí que tenía que averiguarlo.

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