lunes, 31 de octubre de 2011

Capítulo 2 - El Consejo; Reino Futuro - Rosenz

Abrí mis ojos como platos: —Lo siento, ¿Qué… que dijo? —tartamudee un poco.

—Como oíste Rebeca, lo siento mucho pero no podrás ir a San Francisco por tu propia seguridad.

Raimundo había desaparecido hace unos meses… esto no puede ser, cuando pienso que todo empieza a ser más o menos normal mi vida da otro giro.

— ¿Hace ya varios meses? ¿Exactamente cuántos? —dijo Jonathan detrás de nosotros.

—Exactamente no lo sé, pero creo que unos cuatro meses—dijo la directora cruzándose de brazos.

— ¿Por qué no nos habías dicho nada mamá? —dijo Andrew.

—Porque pensamos que no sería necesario, que podríamos controlarlo, pero no fue así y ahora debemos protegerles… a los tres.

— ¿Y que se supone que hare estas vacaciones de verano?
¿Qué excusa le daré a mis padres?, porque por si no sabes ellos esperan a que mañana llegue a San Francisco—en mi voz se notaba la frustración que tenía.

—Les dirás que por tu buen rendimiento te ganaste un viaje—dijo la directora con voz serena, ahí descubrí que ya tenía esto planeado hace ya tiempo—, diles que no eres la única alumna que va.

La mire con enojo, mi mente negaba lo que estaba pasando.
Resople, y di pasos largos para salir de la oficina.

Trate de caminar lo más rápido que pude, pero un mar de gente estaba frente a mí. ¿Qué hacía aquí todas estas personas?

Ignore a cada uno, y seguí caminando. Pero cuando salí del edificio tropecé con alguien: —Disculpa—dije con el ceño fruncido.

—No te preocupes—oí la voz dulce de una chica.

Subí la mirada, encontrándome con una mirada penetrante. Su cabello era largo y obscuro como sus ojos. Era delgada, y su piel tan blanca que la hacía ver delicada: —Disculpa, ¿sabes dónde está la oficina de la directora Luisa Copelan?
—pude notar un acento extranjero en sus palabras.

—Por supuesto—señale detrás de mí—, es ahí… suerte con el ogro—y sin decir más nada seguí mi camino a mi habitación.

Mientras caminaba, iba rezongando en voz baja, aun no podía creer que me quedaría en este lugar por las vacaciones de verano. Encerrada, en mi habitación… odiare estas vacaciones.

Llegue a mi habitación, tire la puerta para cerrarla y me senté en mi cama como indio. Apoyé mis brazos en mis piernas y mi cabeza en mis manos: —Para ya, pareces una niña haciendo berrinche—dijo Claudia que me veía desde la puerta del baño.

La mire de reojo: — ¡Es que, esto no pude ser… tendré que quedarme aquí! —grité.

— ¿Por qué? —al fin pregunto.

—Raimundo escapo hace unos meses—dije resoplando de frustración—, y ahora se supone que quieren protegerme—dije enfatizando las palabras haciendo comillas con mis dedos.

Pensé un momento las palabras que acababa de decir, y como si un balde de agua fría cayera sobre mi cabeza en este mismo momento, voltee a ver a Claudia que me miraba con los ojos abiertos como platos: —Ra… Raimundo esca… pó—logre tartamudear.

Me invadió el miedo. Si antes apenas y salí viva—gracias a Kelta—, ahora sí que moriría si caía en sus manos.

Oh por Dios. Me levante de mi cama y abrí la puerta, encontrándome a una de las personas a las que iba a buscar.

Jonathan estaba parado frente a mí, su mirada era serena como si la seriedad del asunto no le produjera ni una pisca de miedo.

—Rebeca, creo que debes saber algunas cosas…—dijo el entrando a la habitación.

— ¿Dónde está Andrew? —camine detrás de él que se sentó en mi cama.

—Esta con la directora, creo que le explican lo mismo que ahora te explicare yo—dijo palmeando la cama para que me sentara con él.

Hice lo que con señas me pidió: —Jonathan, ¿lo que le dirás se parece en algo a las clases que antes le dabas? —dijo
Claudia caminando hasta pararse frente a nosotros.

—Pues, algo parecido—dijo el alzando sus cejas.

—Entonces… disculpen, pero yo paso—ella sonrió a medias mirándome a mí, yo asentí y luego ella salió de la habitación dejándonos solos.

Mire a Jonathan, que se veía pensativo: —Explica, por favor—dije en un susurro.

Volteo a verme: —Cuando te fuiste de la oficina de la directora, ella decidió explicarme a mí lo que pasaba. Como ya sabes Raimundo o mejor dicho Ristar escapo del hospital…

— ¿No se suponía que estaba en un especie de coma? —pregunte con un punto de histeria en la voz.

—Se suponía para los ojos de los humanos, pero nosotros sabíamos que lo que paso es que Ristar, es decir el alma, escapó… y con los meses, cuando ya el cuerpo estaba recuperado, volvió.

—Entiendo.

—Perfecto. Ahora, la directora me explico que estuvieron rastreándolo estos cuatro meses pero que no hay rastro de él y tal vez no esté en el país.

—Si no está cerca… tal vez es porque se rindió, no nos busca—dije tratando de evadir la situación.

—Sabes perfectamente que eso no es así, y que esté donde esté te encontrara… a todos, y luego querrá cobrar venganza—resalto la última palabra haciendo comillas con sus dedos.

Suspire y mire el suelo. Claro que sabía que volvería por nosotros: — ¿Y se supone que lo buscaran? ¿Acabaran con él?

—No sé qué pasara ahora… me encantaría saber que pronto lo atraparan y todo terminará, pero sabes tan bien como yo que esto puede llevarse tanto días como meses.

— ¿O sea que estaré aquí encerrada hasta que él aparezca? —fruncí el ceño.

—No creo que nos quedemos aquí—se tiró a la cama quedando acostado.

— ¿Y dónde? —Puse los ojos en blanco—, no me dejaran ir a casa…

— ¿Viste a todas esas personas que estaban fuera de la oficina de la señora Luisa? —su pregunta fue algo tonta.

— ¿Qué tiene que ver eso con el lugar en donde estaremos? —apoye mis brazos en mis piernas y me tape el rostro con las manos.

—Pues todas esas personas están esperando a que el consejo de ancianos decida conceder el paso al otro mundo.

— ¿Consejo de ancianos? ¿Ese que mencionaste en el otro mundo?—pregunte sin mirarle aún.

—Déjame terminar—pude notar una sonrisa en su voz—. Como nunca pensamos volver a nuestro mundo, en clases nunca te dije absolutamente nada sobre él, solo sobre los seres que alguna vez lo habitaron. Pero luego de los acontecimientos en finales de diciembre pasado, como ya sabes, el portal quedo abierto y poco a poco las criaturas míticas se fueron enterando.

‘Nuestro mundo es llamado Rosenz, hay varios pueblos en él, pero el más importante es Dasaamu. Todo Rosenz es tutelado por un consejo de ancianos que no exactamente se ven de su edad. Son cinco ancianos’.

— ¿Quiénes son esos ancianos? —pregunté.

—Cuando fuimos a buscar a la directora, ella estaba acompañada de un hombre al que llamó Aengus, él es el primer anciano y se caracteriza por ser él más amable y condescendiente.

— ¿Qué edad tiene?

—Nadie lo sabe, quizás sea el único que sepa su edad. Que te baste saber que cada cien años cambia su nombre al igual que el resto de los ancianos, y si mal no recuerdo ya van más de seis o siete nombres—dijo antes de reír un poco.

Sonreí por su risa, no era común en él y menos en momentos serios: — ¿Y el resto de los ancianos?

— ¿Has escuchado alguna vez sobre Merlín el mago?

— ¿Quién no? —sonreí.

—Entonces esto te encantara. El siguiente anciano se llama Brannagh, y hace muchos años se llamó Merlín.

— ¿Hablas enserio? ¿Merlín si existió? —dije subiendo un poco el tono de voz y voltee a verle.

—Querrás decir existe, como ya te dije el señor Brannagh es Merlín—yo lo miraba con los ojos abiertos como platos y solo le hice gestos para que continuara—. Está el vidente Udjat, su nombre significa el ojo que todo lo ve. Su trabajo es por supuesto ver el futuro y supervisar lo que podría pasar al tomar ciertas decisiones, sobre todo con las de Brannagh… por los errores que cometió hace ya tanto tiempo.

Fruncí el ceño, y antes de preguntar Jonathan se adelantó:
— El primer error de Merlín fue acabar con criaturas sagradas, mato dragones. Todo empezó cuando el rey quiso construir en un hermoso lugar una especie de torre o castillo. Pasaban el día trabajando, descansaban en la noche y cuando llegaba el amanecer todo su trabajo estaba destruido. Merlín no tuvo otra gran idea que averiguar qué pasaba, y descubrió que unos dragones vivían en ese lugar, y por supuesto destruían todo. Entonces, fue con el rey a darle aviso de lo que sucedía y le sugirió matar a los dragones… que como ya te dije eran criaturas sagradas.

‘Fue uno de sus errores, ayudar al rey que más tarde traicionaría. Para que sepas, Arturo fue hijo ilegitimo. Merlín quería poner a su "amo", un Pendragon en el trono. Cuando el verdadero rey salió, Merlín se aprovechó y metió en la cama de la reina a Uther Pendragon con la forma del rey. Por eso Arturo fue el único en poder sacar la espada de la piedra, porque era el hijo de la legítima reina’.

‘Uther Pendragon murió ese día en manos del verdadero rey. Merlín se llevó a Arturo al nacer para ponerlo en el trono algún día. Lo coloco como huérfano en una familia de caballeros y así llego hasta la piedra’.

‘El Rey legitimo tenía una hija, la media hermana de Arturo se llamó Morgana. Sacerdotisa de la luna, hechicera muy poderosa y la que heredaría el trono. Pero Merlín jugo bien sus cartas logrando poner a Arturo como rey en vez de a Morgana. Unos años después Morgana se mete en la cama de Arturo y se embaraza para asegurar el trono que era suyo por derecho… por supuesto, Merlín logra que ella sea desterrada’.

‘Morgana se rinde, y se va de Camelot con su magia a algún mundo de otra dimensión’.

‘Cada uno de estos acontecimientos provoca que en Camelot, y más tarde el resto del mundo, vaya desapareciendo poco a poco todo rastro de lo relacionado con la magia y seres mitológicos… además de que al llegar el cristianismo toda criatura fue perseguida y huyeron a mundos en otras dimensiones… como Rosenz’

—Una persona hizo… ¿todo eso? —dije aún más sorprendida.

—Eso, y quizás más…—“por el Morgana fue una incestuosa al tener el único hijo de Arturo”, pensé—. Y volviendo a los ancianos, los otros dos son los padres de Andrew… El señor y la señora Copelan.

— ¿Qué edad tienen? —abrí más mis ojos, si es que eso era posible.

—Créeme que no es la que aparentan.

— ¿O sea que algún día ellos verán morir a su hijo?

—Es posible, aunque pueden decidir empezar a envejecer cuando quieran… es su decisión—aclaró—. Ten en cuenta que si los ancianos deciden retenerte allá, es porque saben que es lo mejor para ti y para todos.

— ¿Desde cuándo sabes lo del consejo de ancianos? —pregunté.

—Desde que tengo memoria, pero no sabía que los señores Copelan formaban parte de él, sobre todo por sus nombres.

— ¿Qué pasa con sus nombres?

—Desde que estudie la historia de Rosenz, he sabido que son cinco ancianos: Aengus, Brannagh, Udjat, Roisín y Domhnal. Todos ellos con el pasar de cien años cambian sus nombres por alguna razón, como ya te había dicho. Cuando naciste e inmigramos de Rosenz a la tierra, Roisín y Domhnal cambiaron sus nombres a Luisa y Daniel Copelan sin que nadie se enterara. Luego de unos meses nació Andrew y ellos formaron una familia. Yo era muy pequeño y la verdad solo había oído nombrarlos, por lo que nunca imagine que ellos fueran los ancianos…

—Entiendo, pero me imagino que otros si lo sabían… o los
reconocían

—Pues no lo sé—dijo Jonathan sentándose de nuevo.

— ¿Todos los ancianos están aquí?

—Por lo visto, no. Solo están la señora Luisa y Aengus… por lo que alcance a escuchar el señor Copelan viene mañana.

— ¿Y Mer… Brannagh y Udjat? — dije tartamudeando.

—No lo sé, espero que también mañana, sino tendremos que aguantarnos aquí junto con el resto de las personas a que tomen una maldita decisión.

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